- La idea de la no proliferación nuclear ha muerto. La UE debe desarrollar una doctrina nuclear paneuropea para garantizar la seguridad continental autónoma.
Poco después de que Ucrania lanzara misiles ATACMS de fabricación estadounidense contra objetivos en Rusia en noviembre del año pasado, el filósofo Slavoj Žižek criticó duramente las voces estadounidenses que alegaban que las operaciones defensivas de Ucrania contra objetivos militares rusos corrían el riesgo de desembocar en una nueva guerra mundial.
Žižek también condenó las amenazas rusas de tomar represalias contra Ucrania con armas nucleares, argumentando que Rusia, al haber iniciado la guerra, no tenía justificación para tal retórica.
Para contrarrestar las amenazas nucleares rusas, Žižek propuso una nueva doctrina occidental:
«Si un país independiente es atacado con fuerzas no nucleares por una superpotencia nuclear, sus aliados tienen el derecho, incluso el deber, de proporcionarle armas nucleares para que tenga la oportunidad de disuadir un ataque».
Naturalmente, la probabilidad de que los países occidentales proporcionen armas nucleares a Ucrania, o de que las vuelva a adquirir de forma independiente, es prácticamente inexistente a corto y medio plazo.
Sin embargo, dado el actual clima internacional y geopolítico, Europa debe reevaluar su postura sobre las armas nucleares.
En 1994, Ucrania renunció al tercer mayor arsenal de armas nucleares del mundo a cambio de garantías de seguridad en virtud del Memorando de Budapest. El acuerdo, firmado por Rusia, Estados Unidos y el Reino Unido, reafirmaba su compromiso de respetar la independencia, la soberanía y las fronteras existentes de Ucrania.
Rusia violó sus propios compromisos cuando anexionó Crimea hace once años, en marzo de 2014. Lo que supuso no sólo un conflicto interestatal, sino un acto de agresión por parte de un Estado nuclear contra un antiguo Estado nuclear que se había desarmado voluntariamente. Esta agresión rusa socavó toda la lógica del desarme nuclear.
Aunque Rusia fue el principal infractor del Memorando de Budapest, no fue el único.
El artículo 6 del Memorando estipulaba que los signatarios «celebrarán consultas en caso de que surja una situación que plantee una cuestión relativa a estos compromisos». Entre 2014 y 2022, Ucrania intentó iniciar tales consultas en cuatro ocasiones, pero ninguna tuvo éxito.
Rusia se negó a reconocer sus acciones como una violación del Memorando. Mientras tanto, aunque tanto Estados Unidos, bajo Barack Obama, como el Reino Unido, bajo David Cameron, condenaron la agresión de Rusia, evitaron enmarcar explícitamente sus respuestas dentro del marco del Memorando de Budapest, eludiendo así sus garantías de seguridad a Ucrania.
Además, China, que emitió una declaración separada en 1994 en la que prometía garantías de seguridad a Ucrania, y en 2013 se comprometió a proporcionar garantías de seguridad en caso de una amenaza nuclear, ha ignorado las repetidas amenazas nucleares de Rusia mientras proporciona apoyo político y económico a su guerra contra Ucrania.
«Francia es actualmente el único Estado europeo con potencial para cubrir algunas lagunas si la disuasión nuclear estadounidense se debilita»
Claramente, el Memorando de Budapest está muerto, al igual que la idea de la no proliferación nuclear en Europa.
Con la alianza transatlántica enfrentando crecientes tensiones, los compromisos de la OTAN bajo escrutinio y las convulsiones geopolíticas que llegan a Europa desde el este, la UE debe desarrollar una doctrina nuclear paneuropea para garantizar la seguridad continental autónoma.
Sólo dos estados europeos poseen actualmente armas nucleares: el Reino Unido y Francia.
El Reino Unido mantiene el control operativo sobre sus armas nucleares, pero depende en gran medida de la tecnología estadounidense para sistemas clave, incluidos sus misiles Trident, diseños de ojivas y mantenimiento. Esta dependencia dificultaría que el Reino Unido mantuviera una disuasión nuclear independiente a largo plazo sin el apoyo de Estados Unidos.
Por el contrario, Francia, que históricamente se ha resistido a depender de otras potencias para su seguridad, mantiene un control soberano total sobre sus fuerzas nucleares.
Sin embargo, a diferencia del Reino Unido, Francia no participa en los acuerdos de reparto nuclear de la OTAN, lo que significa que su arsenal está diseñado principalmente para la disuasión nacional y no para la defensa colectiva europea.
A la luz de las crecientes dudas sobre los compromisos de seguridad de Estados Unidos con Europa, el presidente francés Emmanuel Macron ha sugerido en ocasiones que las fuerzas nucleares de Francia podrían contribuir a una seguridad europea más amplia.
Sin embargo, existen importantes obstáculos políticos y técnicos para esta idea.
«Una fuerza nuclear europea colaborativa mejoraría la seguridad de Europa y garantizaría la independencia estratégica»
En primer lugar, ampliar la disuasión nuclear de Francia para cubrir Europa requeriría un cambio fundamental en la política nuclear francesa, que se enfrentaría a una resistencia significativa en el Parlamento francés y entre la opinión pública francesa.
En segundo lugar, aprendiendo de la propia reticencia histórica de Francia a depender de potencias externas para su seguridad, no es prudente que Europa dependa de un solo país, ni siquiera europeo, para la disuasión nuclear. Sobre todo teniendo en cuenta la creciente influencia de las fuerzas antisistema de extrema derecha y extrema izquierda en Francia.
En tercer lugar, el arsenal nuclear de Francia, estimado en unas 290 ojivas, es suficiente para la disuasión nacional y posiblemente para algunos socios europeos, pero es inadecuado para proporcionar un paraguas nuclear completo para toda Europa.
En comparación, tanto Rusia como Estados Unidos mantienen cada uno más de 5.000 ojivas nucleares, incluidos grandes arsenales de armas nucleares tácticas, de los que Francia carece.
A pesar de estas limitaciones, Francia es actualmente el único Estado europeo con potencial para cubrir algunas lagunas si la disuasión nuclear estadounidense se debilita. Y lo que es más importante, podría servir de base para una futura fuerza nuclear europea bajo una doctrina nuclear liderada por la UE, que tanta falta hace.
Una fuerza nuclear europea colaborativa mejoraría la seguridad de Europa y garantizaría la independencia estratégica.
Desarrollar una doctrina nuclear europea no es solo una cuestión de defensa, sino que se trata de garantizar que Europa siga siendo un actor decisivo en la configuración de la seguridad regional y mundial en un mundo cada vez más inestable.
*** Anton Shekhovtsov es profesor visitante en la Universidad Centroeuropea de Austria. Su último libro es Russian Political Warfare (2023).