Posmarianismo con Mariano

ABC – 29/02/16 – IGNACIO CAMACHO

Ignacio Camacho
Ignacio Camacho

· Este mandato en funciones es un fin de ciclo diferido. Si Rajoy escucha la calle oirá un clamor en su propio electorado.

Nadie se lo va a pedir en un partido desacostumbrado al debate pero todo el PP está pendiente de una decisión de Mariano Rajoy. El presidente no será reelegido con este Parlamento ni en esta legislatura; su única posibilidad, y no demasiado viable, pasa por la repetición electoral. En el mejor de los casos tendría luego que aceptarle a Rivera un pacto más contradictorio con sus principios que el que ha firmado Pedro Sánchez para no salir de la investidura con sus escuetos 90 votos.

Eso ya sería una hazaña de supervivencia en la que tal vez sólo crea él mismo; la mayoría de la nomenclatura popular preferiría ir a las elecciones con otro candidato. Sea cual sea el desenlace de estos meses de bloqueo que aún pueden terminar en un desalojo amargo, la derecha española necesita plantearse una hoja de ruta que garantice su continuidad como proyecto estable de largo plazo.

Por mucho que pueda resistir agarrado a su exigua victoria de diciembre, incluso prolongándose en soluciones transitorias, Rajoy aparece ante la opinión pública como un gobernante amortizado. Y como es imposible que no lo sepa tal vez esté sólo tratando de ganar tiempo para elegir el momento y las condiciones más ventajosas del relevo. Este inédito mandato en funciones está adquiriendo así la característica de un proceso de fin de ciclo diferido, autocontrolado. El posmarianismo con Mariano.

El debate sucesorio no puede permanecer mucho tiempo en suspenso. Se precipitará si Sánchez acaba gobernando; aunque fracase esta semana, al líder socialista le quedan dos meses para negociar con Podemos y esperar que el vértigo electoral propicie una alianza de última hora. Si no la logra el presidente bloqueará hasta mayo cualquier salida de ingeniería política que pase por entregar su cabeza, pero luego se abriría la cuestión de la candidatura electoral.

Y ahí entrará de lleno su responsabilidad como líder y su obligación de auscultar la calle para cumplirla. Si escucha con sinceridad percibirá un clamor de renovación en su propio electorado. Aunque resulte objetivamente injusta, la realidad es que su principal mérito, el de la estabilización económica, no ha funcionado como estrategia ganadora. Primero porque lo anula la corrupción y después porque las sociedades de mentalidad indolora no aceptan la ética del sacrificio.

Puede resistir, sí. Puede incluso obtener otro triunfo agónico en minoría y hasta –difícil, no imposible– presidir un breve Gabinete reformista de coalición. Sin embargo, la cuestión de fondo consiste en la continuidad del centro-derecha como proyecto de mayoría social. El PP es el único partido que no ha efectuado una transición interna desde la crisis. No podía porque estaba gobernando. Pero ya no tiene opción de esperar mucho más. O se renueva o lo desplazan. No se trata de elegir entre el poder o el futuro, sino de que el poder pasa por adelantar el futuro.

ABC – 29/02/16 – IGNACIO CAMACHO