EL COREO 27/02/14
· El exasesor de Blair se entrevista en Bilbao con el lehendakari, Sortu, el PNV y el PSE y les traslada que el paso de la banda fue «positivo, pero corto»
Desde la página 1 BILBAO. La vía del desarme a plazos iniciada el pasado viernes con el anuncio de ETA de la «inutilización» de una ínfima parte de su arsenal continúa abierta, pese a la convulsión que ha provocado un gesto para muchos ridículo, al que siguió la citación judicial ante la Audiencia Nacional de los verificadores que lo habían avalado y el viaje del lehendakari en plena noche de fin de semana a Madrid para apoyarles. El continuo desembarco de mediadores internacionales en Euskadi –ayer aterrizó en Loiu Jonathan Powell y hoy lo hará Brian Currin, mientras se busca fecha para una nueva cumbre política en Aiete y se espera un próximo comunicado de ETA– no permite augurar que el foco se aleje de la gestión política del final del terrorismo, pero los organismos, instituciones y partidos que la defienden se han conjurado para tratar de no cegar el camino emprendido y preservarlo, en la medida de lo posible, del debate público.
La visita a Euskadi de Powell, cuyo protagonismo en las conversaciones y negociaciones con ETA y las fuerzas vascas ha sido y es determinante, sirvió precisamente para trasmitir a sus interlocutores su compromiso de permanecer «implicado» en la gestión de la paz y la convivencia en Euskadi y hacerlo además desde la «lealtad, la discreción y la máxima exigencia a ETA», según ha podido saber este periódico de fuentes conocedoras de los encuentros. El exasesor del primer ministro británico, que participó en los noventa en las conversaciones de paz en Irlanda del Norte entre el IRA y los gobiernos de Londres y Dublin, aterrizó sobre las tres de la tarde en Loiu e inmediatamente abrió una agenda de reuniones maratoniana, que le llevó a entrevistarse con el lehendakari Urkullu, a solas y en primer lugar, y después con la izquierda abertzale, el PNV –el líder del EBB, Andoni Ortuzar, y el burukide Joseba Aurrekoetxea le recibieron directamente en Sabin Etxea– y con el secretario de Organización del PSE, Rodolfo Ares. Con casi todos ellos trabó relación y forjó una interlocución cercana durante el fallido proceso de paz que se frustró con el atentado de la T-4 y el naufragio de las conversaciones de Loiola, en el que también intervino.
Powell tenía previsto desde hace días su viaje a Euskadi para participar en una gran escenificación en San Sebastián del aval ofrecido por varias personalidades de la escena internacional al desarme de ETA. Pero dado que el listado de armas supuestamente puestas fuera de uso defraudó todas las expectativas, los organizadores consideraron pertinente posponer la conferencia una o dos semanas, un plazo en el que se especula con la posibilidad de que la banda terrorista emita un nuevo comunicado para reafirmar su intención de desarmarse.
Sin fecha aún para la nueva conferencia de Aiete, que en principio continúa en agenda, el mediador británico y su equipo decidieron mantener el viaje para informarse sobre el terreno y pulsar el ambiente en Euskadi, que ha oscilado entre el desconcierto, la duda o el abierto rechazo tras la decepción que provocó el vídeo que dos encapuchados de ETA grabaron con la Comisión Internacional de Verificación (CIV) que lidera Ram Manikkalingam. Y la percepción de Powell –que desempeña un papel mucho más discreto y silencioso, pero cuyo peso como enlace efectivo entre los partidos vascos y ETA es indudable– vino a confirmar la que han exteriorizado tanto los jeltzales como los socialistas desde el pasado viernes. Según los medios consultados, el exasesor de Blair considera que el paso dado por ETA es «positivo» y va «en la buena dirección» –la del desarme total y efectivo de la banda–, pero también que ha defraudado las expectativas generadas porque se ha quedado «corto» y no ha sido «tan decidido como cabría esperar».
Sin paños calientes
La valoración de Powell, que mantiene contacto habitual con la dirección de la banda, añade presión sobre los etarras para que aceleren lo máximo posible la entrega y destrucción de sus arsenales, una petición que el Gobierno vasco reitera día sí y día también. No fue el único obstáculo que constató el mediador en la vía abierta por la CIV. Powell no quiso poner paños calientes y enumeró, aunque no en tono derrotista según fuentes cercanas a las conversaciones, las dificultades a las que se enfrenta el «proceso» abierto, del que no ocultó su «complejidad».
La principal, para el asesor británico, es la falta de implicación directa del Gobierno central en la verificación del desarme de ETA, lo que, a su juicio, marca una diferencia fundamental con las conversaciones de paz abiertas en otros países con la aquiescencia de los Estados. En todo caso, el Ejecutivo vasco sigue considerando que el laconismo de Mariano Rajoy, que eludió valorar la labor de la CIV pese a que la tribuna de oradores del Congreso le ofreció ayer una ocasión de oro, es una señal positiva que indica que no hay una especial «beligerancia» en Madrid.
Powell hizo llegar a sus interlocutores el mensaje de que, pese a los obtáculos, «hay margen» para seguir trabajando y que por ello mantiene su compromiso de apoyar e impulsar la vía abierta. «Ha sido realista, pero positivo», valoraron las fuentes consultadas. Mientras el PSE, que exige la disolución de ETA sin más dilaciones, seguirá manteniendo su actual actitud de ‘no entorpecer’, pese a los recelos que le despierta, la labor de los nacionalistas en este terreno, el Gobierno vasco y el PNV expresaron a Powell su compromiso con la vía del desarme y le «animaron» a mantener sus esfuerzos. Los jeltzales le recordaron su exigencia a ETA para que se desarme del todo y al Gobierno central para que flexibilice la política penitenciaria dentro de la legalidad.