Óscar Monsalvo-Vozpópuli

Evidentemente, pase lo que pase, la izquierda ganará las próximas elecciones

La española es una sociedad absolutamente de izquierdas. Es tan de izquierdas que cuando a un español le dicen que su país es claramente de izquierdas siempre cree que está recibiendo un elogio. El mayor que un país puede recibir, y el aval más útil para lavar cualquier otro pecado nacional.

Dentro de esta progresista España nuestra, tal vez paradójicamente, las dos comunidades más profundamente izquierdistas son también las más profundamente antiespañolas. La correlación no está clara. Tal vez se sitúen en el extremo de la izquierda debido a su antiespañolismo extremo, o puede que lo más esencialmente izquierdista en España consista en ser antiespañol. Sea como sea las dos adscripciones van en pack, y a ellas se suele añadir también una tercera: el desprecio por lo religioso.

La sangre despejó el camino para la risa y ahora la risa pone la alfombra para un progresismo ramplón, por defecto, sin profundidad, muy de Los del Río (nosotros por qué vamos a decir que no, si no lo hemos leído) y de Broncano (qué risas con Estonia)

Cataluña y País Vasco son hoy militantemente izquierdistas, antiespañolas y anticristianas. Las dos han contribuido más que ninguna otra a cierta homogeneización de las conversaciones diarias. A ver, que yo no soy de derechas, pero. A ver, que a mí la bandera me da igual, pero. A ver, que yo ni creo en Dios, pero. Hace tiempo, especialmente la comunidad del norte, fueron otra cosa. Hoy no. Las dos se sitúan a la vanguardia de tres tendencias que van convirtiéndose poco a poco en dominantes también en el resto del país. Tendencias que fueron formándose primero a golpe de bombas, y hoy a golpe de chistes. Tampoco aquí la correlación es clara, pero lo que es evidente es que la sangre despejó el camino para la risa y ahora la risa pone la alfombra para un progresismo ramplón, por defecto, sin profundidad, muy de Los del Río (nosotros por qué vamos a decir que no, si no lo hemos leído) y de Broncano (qué risas con Estonia).

España se ha ido volviendo progresista, antiespañola y anticristiana y cualquier residuo de conservadurismo, patriotismo o cristianismo pesa demasiado en el bolsillo. Hay que vaciarlos antes de acudir a un encuentro social, no vaya a ser que piensen que somos lo que no somos. Hay que extirpar esos residuos del mismo modo que extirparíamos un niño gestándose o un anciano apagándose: con prisa y sin culpa. El problema no es que la española sea una sociedad profundamente izquierdista, sino que lo es superficialmente. De ahí que no exista debate en torno a dos de los fenómenos más complejos, amenazadores y potencialmente deshumanizadores de nuestro siglo: la eutanasia y el aborto. No existe debate porque el planteamiento es siempre el mismo: por qué vamos a decir que no, si no lo hemos pensado. Si pensarlo es salirse del progresismo a ti debido.

El camino del progreso, del consenso, de la Unión Europea, de la historia mutilada. Escuchar a un político (no diremos aquello de del signo que sea porque ya no es necesario) que habla es como pulsar el botón de un muñeco con frases grabadas

En España pensar es hacer como que se piensa. Al menos en la esfera pública. En la política. Porque pensar implica, de vez en cuando, llegar a conclusiones incómodas. Elegir caminos difíciles. Andar despacio. Desandar el camino. Advertir a otros. Fijarse en las señales. Aquí ya no hacemos nada de eso. Ya no hacen nada de eso. El camino es sólo uno, porque sólo puede ser uno. El camino del progreso, del consenso, de la Unión Europea, de la historia mutilada. Escuchar a un político (no diremos aquello de del signo que sea porque ya no es necesario) que habla es como pulsar el botón de un muñeco con frases grabadas.

Basta con seguir durante unos días los mensajes y las declaraciones de los líderes del PP, convertido ya en el ministerio de Gatopardismo. “Si como dicen muchos el nuevo Papa es progresista y ello significa el reconocimiento por parte de la iglesia (sic) de las parejas del mismo sexo o una mayor visibilidad de la mujer, bienvenido Leon XIV el Papa progresista”. Xavier García Albiol, hace unos días. No María Guardiola ni Juan Manuel Moreno Bonilla; García Albiol, que supuestamente es uno de los populares menos asimilados del partido.

Moreno Bonilla, auténtico faro intelectual (por decir algo) del PP también ha dejado estos días una muestra de su habitual y desacomplejado progresismo. “Lamento que haya fallecido Pepe Mujica, un político lúcido e inspirador, de profundas convicciones, que conmovió a muchos con la bandera de la sencillez y el deseo de mejorar su tierra y el progreso en el mundo”.

Por el norte hemos tenido a Alfonso Rueda, líder (por decir algo) popular en Galicia, quien evidenciaba también la semana pasada la sintonía del partido con Imanol Pradales y con el PNV, y la alianza de dos comunidades que aún no llegan a Galeusca, pero casi.

Por la banda se carrilea desde hace tiempo Espinosa de los Monteros con acercamientos constantes a un partido que seguramente le recibirá con los brazos abiertos tras declaraciones como ésta, también de hace unos días. Hablando en una entrevista sobre lo malo que es el PSOE, el líder que fue deja una idea que nunca dejará de ser: el PSOE es siempre malo, aunque “Felipe fue la excepción”.

  Autoritarismo, infantilismo

Y por lo demás, nada más representativo de esta decantación plomiza y fofa hacia el progresismo que las palabras genéricas que hemos podido ir leyendo tras la muerte del coelhiano Pepe (José es rígido y lejano) Mujica. Un youtuber al parecer no de izquierdas, seguramente liberal, elegía la que al parecer era una de sus frases más conocidas para despedirlo: «El peligro de la derecha es caer en el autoritarismo. El de la izquierda es caer en el infantilismo» D.E.P. José Mújica.

Evidentemente, pase lo que pase, la izquierda ganará las próximas elecciones. La nuestra es una democracia muy futbolera y aspira a lo mismo que el modelo de negocio de Red Bull o del City Football Group. Un Leipzig-Salzburgo en la final de la Europa League. Un Manchester City-Girona en la fase de grupos. Un Sánchez-Feijóo en las generales.