Editorial, ABC, 13/5/12
Ahora, cada cual debe cumplir su papel en el País Vasco, y si el del PSE es convertirse en el futuro socio de la izquierda abertzale, el PP tendrá el suyo en la defensa del Estatuto y la Constitución, los valores de la libertad y la democracia
EL Partido Popular del País Vasco inició ayer su Congreso con las aguas calmadas tras el acuerdo interno sobre la referencia a las víctimas en su ponencia política y la decisión de dar por finalizado el pacto de legislatura con el Partido Socialista de Euskadi. Ambas cuestiones —víctimas y apoyo a Patxi López— necesitaban un proceso de clarificación que recuperara para el PP la nitidez tradicional de su discurso. Es necesaria para los populares vascos una reflexión sobre estos años de colaboración con el PSE, porque la alternativa autonomista que unos y otro representaban no ha funcionado como era de esperar. La buena fe y la lealtad de Antonio Basagoiti con el proyecto de reforma histórica que debió liderar el primer lendakari no nacionalista chocaron pronto con las prioridades del PSE, puestas en liderar otro proyecto muy distinto, el de la atracción de la izquierda abertzale a un frente de izquierdas, como el Pacto del Tinell, después de que ETA abandonara la violencia. Por eso, se hizo difícil de entender el apoyo del PP a un lendakari que ponía más empeño en avalar a Bildu y reclamar la excarcelación de Otegi que en corresponder a los votos que le prestaban los populares. Ahora, cada cual debe cumplir su papel en el País Vasco, y si el del PSE es convertirse en el futuro socio de la izquierda abertzale, el PP tendrá el suyo en la defensa del Estatuto y la Constitución, los valores de la libertad y la democracia, y el respaldo a una política antiterrorista propia, que no sea filial de las amparadas por López y Eguiguren para dar a ETA una transición y no una derrota incondicional.
El PP vasco tiene ante sí una nueva oportunidad política. Sus dirigentes tomaron la decisión correcta al apoyar a Patxi López para que fuera lendakari, y lo aguantaron más de lo razonable en la confianza de que la derrota del PNV cambiaría el signo de la historia del País Vasco, dominada por la hegemonía nacionalista. Visto que el PSE no tenía este objetivo en su agenda —sino el de sumarse a una mayoría de izquierda con el entramado batasuno—, es momento de sacar conclusiones y hacer autocrítica. Con altibajos electorales, el PP es una fuerza significativa de la sociedad vasca, gobierna el Territorio Histórico de Álava y cuenta con un relato histórico de firmeza inigualable frente a ETA. De aquí a las elecciones autonómicas, necesariamente anticipadas, el PP vasco, con Basagoiti al frente, puede reafirmarse como una fuerza cohesionada, imprescindible en una sociedad plural y aún sometida a las consecuencias del miedo al terror.
Editorial, ABC, 13/5/12