ABC 02/04/14
· Los socialistas reafirmarán su fórmula federal de reforma constitucional frente a los populares, que apostarán por negarse a la consulta y ofrecer diálogo.
· Mas no rectifica La delegación catalana no rectifica: irán Turull, Rovira y Herrera al Congreso, pero no Mas El antecedente de Ibarretxe Diputados de Madrid relacionan la apuesta de Mas con el fracaso que supuso el fin de Ibarretxe.
No habrá un frente común ni un mensaje orquestado entre PP y PSOE más allá del rechazo con el que ambas formaciones cerrarán, el próximo día 8, el camino a la tramitación en el Congreso de la propuesta del Parlamento catalán para que la Cámara Baja «renuncie a su competencia exclusiva y permita a la Generalitat convocar el referéndum sobre la independencia de Cataluña».
La posición de ambos partidos mayoritarios, que aglutinan más del 84 por ciento de la Cámara, se sustenta en la convicción de que esa consulta soberanista es ilegal y no cabe en la Constitución. Dada la inmensa mayoría que conforman ambos, no habrá sorpresas en una jornada parlamentaria que frustrará las intenciones de Artur Mas. Eso sí, habrá diferencias entre las exposiciones de los dos grupos mayoritarios.
Con las elecciones europeas cerca, los socialistas buscan marcar un perfil propio en el debate, y lo harán poniendo en valor el modelo federal diseñado de puertas adentro por el PSOE —al que por ahora no se ha abonado ningún otro— y la consecuente reforma de la Constitución que los dirigentes socialistas vienen defendiendo desde hace meses. Esa fórmula, creada para acomodar las aspiraciones del PSC, contemplaría modificar el Título VIII para superar las limitaciones del Estado de las Autonomías recogido en la Carta Magna y alumbrar una España federal que reconociera las «singularidades» de los territorios, aunque no el «derecho a decidir».
PP, con la fuerza de la ley
Semejante discurso es ajeno a los planteamientos y a la estategia del PP, que rehúsa poner sobre la mesa una modificación de la Carta Magna de consecuencias imprevisbiles que ni el PSOE acierta a concretar y ni, para los populares, goza del mínimo consenso necesario. Según avanzó su portavoz en el Congreso, Alfonso Alonso, el PP enfrentará la embestida soberanista exponiendo con la ley en la mano por qué no es posible y reafirmando su «no dialogante», una «tesitura» en la que —dijo— ya está situado el Gobierno de Mariano Rajoy».
Hasta ayer, los contactos entre los dos grandes grupos del Congreso con vistas a la sesión del próximo 8 de abril se han reducido a los necesarios para consensuar, incluso con CiU, esta fecha —que anticipa con mucho un calendario que podría haber llevado el debate hasta septiembre—, y a cerrar el guión de tiempos y turnos junto con las otras fuerzas. No hay mayor puesta en común ni tampoco el PP adelanta si el Gobierno ejercerá su opción de intervenir o si será Mariano Rajoy será quien salga a la tribuna. Los socialistas tampoco han confirmado si lo hará Alfredo Pérez Rubalcaba, aunque se da prácticamente por hecho.
Un debate de altura
En las filas de la formación que sostiene al Ejecutivo cobra posiciones la corriente que aboga por que sea Rajoy, —y no la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría— quien lidere ante el pleno del Congreso el discurso que «tumbe» la deriva soberanista emprendida en Cataluña.
Es su figura y su protagonismo, sostienen, el que corresponde a la altura del mayor desafío a la unidad nacional desde la instauración de la democracia. Y si el propio impulsor del proyecto secesionista, Artur Mas, no es capaz de tomar la palabra para defenderlo y dar la réplica, él mismo dará así la medida de la confianza en las posibilidades de su aventura.
La contraindicación que podría desaconsejar la comparecencia del presidente del Gobierno ante el hemiciclo es que, a efectos prácticos, sus interlocutores en el debate serán tres diputados del Parlamento catalán, Jordi Turull (CiU), Marta Rovira (ERC) y Joan Herrera (ICV).
Su designación en sustitución de Artur Mas ha intensificado las inevitables comparaciones entre esta cita que se avecina y la de febrero de 2005, cuando el entonces lendakari, Juan José Ibarretxe, defendió en persona ante el Congreso su plan soberanista, aún a sabiendas de que —como ocurrirá con el catalán— iba a certificar su fin. En aquella sesión, José Luis Rodríguez Zapatero fue el primero en responderle, lo que refuerza la idea de que Rajoy no dejará pasar el martes la oportunidad de sentar la posición del Gobierno al máximo nivel.
«La casa del diálogo»
Alfonso Alonso dio ayer pistas en esa dirección al valorar que es «bueno» que el Ejecutivo intervenga en un debate de esta gravedad, y al referirse al Congreso como «la casa del diálogo» en la que hay que hablar para dejar claros los «argumentos y razones de tipo jurídico y político». No obstante, evitó despejar las intenciones de Mariano Rajoy desmintiendo incluso que el presidente del Gobierno haya excusado su presencia en la sesión de control programado en el Senado a la misma hora para poder estar en el Congreso. Según el portavoz, nunca se previó que estuviera en esa cita en la Cámara Alta.
Alonso, en nombre del Grupo Parlamentario Popular, avanzó que él utilizará su turno para explicar «las causas de por qué no puede ser aprobada» la intentona de los nacionalistas de hacerse con herramientas para convocar una consulta secesionista. Y sobre Mas, concluyó que «nadie entiende» que no acuda a Madrid a tratar de convencer en relación a «prácticamente, el único proyecto político que maneja».
ABC 02/04/14