LUIS ÁNGEL SANZ MARISA CRUZ MADRID-El Mundo

Sánchez le acusa de «dar bandazos» con el 155 y Rajoy enfatiza que Ciudadanos no es su «enemigo»

PP y PSOE atacaron ayer conjuntamente al presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, por su «deslealtad», sus «bandazos» en Cataluña y por romper el consenso en torno al artículo 155. Los dos grandes partidos se revolvieron contra el emergente que amenaza su hegemonía. Y le instaron a que vuelva al pacto para aplicar la Constitución en Cataluña en contra del independentismo.

El estrechísimo margen que el CIS pronosticó el martes a estas tres formaciones ha sido el detonante de una guerra cruzada que se larvaba desde hace muchos meses, desde que Cs decidió apoyar la investidura de Mariano Rajoy y el PSOE -dimisión de Pedro Sánchez mediante- tomó la dolorosa decisión de abstenerse para hacerle presidente.

El ascenso espectacular de Ciudadanos en las encuestas mantiene en vilo a las dos fuerzas clásicas del bipartidismo. El PP ve cómo los naranjas le roban votos sin control y el PSOE asiste sin sacar rédito al gran desgaste del partido del Gobierno. Rivera lo sabe: «PP y PSOE se abrazan como boxeadores noqueados; les gustaría que España siguiera igual que en los 80 o 90, pero la sociedad ha cambiado», afirma.

Por todo ello, Gobierno y PSOE coinciden en rechazar la «deslealtad» de Albert Rivera, que prefiere, dicen, «ganar unos pocos votos» a costa de poner en jaque un acuerdo de Estado para defender la Constitución en Cataluña.

Mariano Rajoy, con el conflicto de Cataluña sobre la mesa y la legislatura pendiente de la aprobación de los Presupuestos, juega a varias bandas y no duda a la hora de enfrentar a unos contra otros para garantizarse siempre un aliado decisivo. El desafío independentista y la economía de los españoles son los dos problemas que le ocupan y preocupan y son, en consecuencia, el tablero en el que se disputan los votos PP, PSOE y Cs.

En este terreno el presidente juega con las cartas marcadas. Da por hecho el respaldo de Rivera a las cuentas del Estado –el propio líder de Cs asegura que no las pondrá «en jaque»– y dedica sus últimos esfuerzos a amarrar con el PNV, enemigo radical del partido naranja, los votos necesarios para sacarlos adelante. Hasta que este objetivo no se ha conseguido, Rajoy ha puesto como ejemplo de socio con altura de miras a Rivera frente al Sánchez del «no es no» al Presupuesto. Una vez allanado el camino de las cuentas, el interés por cortejar a Cs se esfuma y surge la rivalidad.

Desde hace tres meses, según el líder de CS, el presidente ni le informa ni le consulta sobre Cataluña. Prefiere, acusa Rivera, «entregarse a trozos al PNV» o pactar con ERC «cómo salir del lío catalán». Para el dirigente naranja, la gestión del Gobierno en Cataluña es apática y falta de rigor. Enumera como faltas la ausencia de explicaciones acerca del dinero público que ha podido desviarse para sufragar el procés, la decisión de no impugnar el voto delegado de Puigdemont y Comín y la falta de contundencia a la hora de frenar el adoctrinamiento en la escuela y en la televisión catalanas. Con todos estos agravios asegura estar dispuesto a romper su pacto de apoyo al 155.

Rajoy juega su segunda baza: primero, minimiza la trascendencia de la amenaza de Cs –«seguiremos juntos», dijo en Antena 3–, y se permite el lujo de asegurar que el partido naranja no es su «enemigo», título que reserva a Podemos. Después, ensalza a Sánchez como hombre de Estado frente a Rivera porque en él sí dice haber encontrado un aliado firme frente al secesionismo.

El líder del PSOE, de hecho, ha trasladado el mensaje constitucionalista fuera de España como no ha hecho nadie del Gobierno. Primero fue a Alemania, donde permanece Puigdemont, esta semana y la anterior ha estado en Reino Unido y próximamente irá a Portugal con el mismo objetivo.

Pedro Sánchez volvió a confirmar ayer el apoyo del PSOE a la aplicación del 155, como ha hecho desde que el Gobierno y los socialistas negociaron lo que aprobó el Senado en octubre. Y lo hace, aseguró, porque el PSOE «es leal con España y con los españoles», no «con un mal Gobierno». El líder socialista rechazó la guerra abierta entre el PP y el PSOE –«no necesitamos aprovechateguis [Rivera] ni amarrateguis» y les exigió unidad.

Fuentes de la dirección socialista recordaron ayer que el 155 lo pactaron y negociaron el Gobierno y el PSOE y que Rivera «ni pinchó ni cortó». Desde entonces, Sánchez ha mantenido una interlocución continua con Rajoy –incluidas varias entrevistas discretas en Moncloa– a la vez que los secretarios de Organización del PP, Fernando Martínez-Maíllo, y del PSOE, José Luis Ábalos, tienen abierto el diálogo.

Por todo ello, Sánchez cargó ayer contra Ciudadanos y espetó directamente a Albert Rivera que «en el asunto de la cohesión territorial hay que ser de fiar, no se puede dar bandazos» con el 155. Este asunto de Estado exige a todos, en su opinión, «sentido común, unidad y responsabilidad».