«Nuestra legalización debe entenderse como un ingrediente indispensable para construir un futuro sin violencia». ¿Si no se legaliza Sortu, seguirá existiendo violencia? ¿La legalización de Sortu es el precio para que exista un futuro sin violencia? ¿En el futuro debe desaparecer el Estado de derecho para que no exista violencia alguna?
Cuando pase el debido tiempo nos daremos cuenta de que entre las víctimas de la violencia terrorista de ETA, además de los asesinados y de quienes han sufrido atentados, están las palabras, está el lenguaje, y como no se puede pensar sin palabras -no existe pensamiento fuera del lenguaje- nos daremos cuenta de que la propia capacidad de pensar ha quedado seriamente dañada por la violencia terrorista. Ante esta situación, de vez en cuando es bueno recurrir a preguntas ingenuas para romper la supuesta solidez del pensamiento desarrollado bajo las condiciones de la violencia terrorista. Muchas veces son las preguntas ingenuas e ignorantes de los niños las que ponen de manifiesto la vacuidad, cuando no la peligrosidad, de nuestros pensamientos, de nuestros discursos. Muchas veces necesitamos de un niño que grite que el rey está desnudo para romper la coraza del discurso oficial.
Al hilo de la esperanza y el escepticismo que nos embargan por el nacimiento de Sortu, por el distanciamiento que van poniendo de manifiesto, eso sí, con cuentagotas, por la ruptura -que no llega a ser ruptura- que parece que van poniendo en práctica en relación a ETA, podemos caer todos en un coro de alabanzas que se renuevan y se repiten cada vez que vemos que dan otro pasito en la buena dirección.
Se puede leer en los periódicos que la izquierda nacionalista -la prensa dice que la izquierda abertzale- justifica la última nota de prensa «tras los recursos presentados por la Fiscalía y Abogacía del Estado». Pregunta: ¿si no se hubiera mantenido la exigencia de que para hacer creíble su ruptura con el pasado era, sigue siendo necesario condenar la historia de terror de ETA, y que al no hacerlo tanto la Fiscalía como la Abogacía del Estado estaban obligados a presentar recursos, habrían dado este paso en el que parece que están dispuestos a rechazar el supuestamente y presuntamente planificado atentado contra el lehendakari López? Si es esa exigencia la que les va empujando a dar cada vez más pasos, ¿por qué hay que resignarse a dejar caer la exigencia en nombre de no se sabe qué realismo político?
Como escribe un periodista, ya que están dispuestos a condenar un supuestamente y presuntamente planificado atentado contra el lehendakari López por parte de los detenidos en Euskadi hace unos días, ¿por qué no dan el verdaderamente, y no presuntamente, creíble paso de condenar los atentados cometidos por los mismos detenidos, el atentado contra la casa cuartel de Burgos y contra el inspector Puelles, por ejemplo?
«Queremos remarcar el derecho que tenemos los sectores independistas y socialistas de la sociedad vasca a encauzar nuestro proyecto político a través de una oferta electoral», escriben en la nota de prensa. Pregunta: ¿votar a Aralar no es votar independencia y socialismo? Además: los socialistas alemanes, y los españoles, tuvieron que renunciar al marxismo para ser homologables democráticamente. ¿Qué significa un proyecto independentista en una sociedad compleja y plural como la vasca, qué consecuencias tiene un proyecto independentista -es decir, unilateral- en una sociedad en la que los sentimientos de pertenencia son complejos, mixtos, mezclados, plurales? ¿No supone un proyecto totalitario?
«No hemos nacido para dar continuidad a partidos ilegalizados», escriben. Pregunta: ¿pero sí a una historia mezclada con violencia y terror? Y si no es así: ¿por qué dudan, o no quieren, o no pueden, o no se atreven a romper con esa historia condenándola?
«�reafirmarnos en nuestro rechazo ante cualquier acto de violencia». Pregunta: ¿para quiénes escriben estas palabras? ¿Es la detención de los terroristas del comando Otazua un acto de violencia? ¿Es la detención de los miembros de ETA efectuada recientemente en el norte de Francia un acto de violencia? ¿Cuando escriben rechazo ante cualquier acto de violencia, incluyen también los ejercidos por el Estado desde su definición de monopolio legítimo de la violencia? Formulado de forma muy breve y concisa: ¿el rechazo de la violencia en la que se reafirman implica la aceptación del Estado de derecho? ¿Qué diferencia establecen entre rechazo y condena?
«Desde Sortu entendemos que el fin de la violencia no tiene precio político. Eso sí, la paz es algo más que el fin de la violencia y tiene que estar sustentada en el respeto a todos los derechos individuales y colectivos». Pregunta: ¿cuáles son los derechos individuales y colectivos que señalan? ¿Bastan los que están señalados en todas las constituciones democráticas actualmente vigentes en los países democráticos? ¿Se preguntan si algunos derechos colectivos a los que pueden estar apuntando sin citarlos pueden estar en contradicción con claros y bien definidos derechos individuales? ¿Comparten la idea de Michael Walzer que dice que los derechos humanos -es una forma muy clara y definida de referirse a los derechos sin los cuales no hay ni paz ni libertad, palabra que brilla por su ausencia en la nota de prensa- o son pocos, o dejan de ser universales?
«Nuestra legalización no puede estar sujeta a batallas políticas, a inercias de un pasado reciente, sino que debe entenderse como un ingrediente indispensable para construir un futuro sin violencia». Veamos si entiendo bien: ¿si no se legaliza Sortu, seguirá existiendo violencia? ¿La legalización de Sortu es la condición, el precio para que desaparezca la violencia, para que exista un futuro sin violencia? ¿En el futuro debe desaparecer el Estado de derecho para que no exista violencia alguna?
Es posible que tengan razón cuando dicen que cumplen con todos los requisitos establecidos por la Ley de Partidos. Serán los tribunales los que lo establezcan, no yo. Pero a mí sí me compete hacer preguntas, porque lo que está en juego, más allá de la legalización o no de Sortu, es la democracia, la que ya existe desde que la sociedad vasca optó por la reforma y no por la ruptura. Y porque, sobre todo, lo que está en juego es la libertad que nadie regala y que debe ser defendida contra sus muchos enemigos, legales o no.
Joseba Arregi, EL DIARIO VASCO, 26/3/2011