Esteban Goti Bueno-El Correo
- La distinción a Fernando Maura reivindica la figura y el liberalismo social del que fue alcalde de Bilbao y presidente de El Sitio
Un año más, la Sociedad El Sitio entregó el Premio Gregorio de Balparda. Jurista, historiador, alcalde de Bilbao, presidente de nuestra Sociedad y diputado a Cortes. La reivindicación de esta personalidad es, para nosotros, un elemento clave. Es uno de los intelectuales más sobresalientes que dieron Bilbao, las Encartaciones y Bizkaia en el siglo XX.
A poco que nos aproximemos a sus artículos y conferencias, así como a su ‘Historia crítica de Vizcaya y de sus Fueros’, nos daremos cuenta de que estamos ante un hombre estudioso y convencido de lo que escribe. También es una referencia dentro de ‘El Sitio’, pues encarnó una de las corrientes más avanzadas del liberalismo, objeto de cierto desdén por parte de los núcleos más acomodados en el sistema económico y político de la Restauración (1875-1923). Balparda tuvo una conexión muy clara con el sector liberal de José Canalejas. Un bilbaíno-encartado, abierto a la política local, territorial y nacional, a nuevas posibilidades, como el brazo de la ría del Nervión lo está al inmenso mar.
El liberalismo de Balparda puede adjetivarse como social, progresista, de izquierda (no en vano formó, junto a Santiago Alba, Izquierda Liberal), aunque el empleo del término ‘democrático’, a la altura de principios del siglo XX, es quizá lo más revelador, en tanto que eso significaba una superación de particulares intereses económicos, una esperanza en el afianzamiento de la democracia bajo la monarquía de Alfonso XIII y la disposición a incluir en ella a los partidos que habían surgido desde fines del siglo XIX, contestando el modelo ‘restauracionista’, valga el término.
El liberal Balparda fue, por tanto, una representación significativa del liberalismo que permanecía aún en las clases medias y modestas. El mérito está en que él no pertenecía a ese grupo social, sino a uno más pudiente. A la altura de 1909, proyectó un partido liberal vizcaíno con un gran acento en la redistribución de la riqueza. Un partido que no prosperó, porque no tuvo los apoyos suficientes.
Ahora bien, si Balparda no concitó el aliento de quienes tenían posiciones más conservadoras, no devolvió a cambio el resentimiento. Aquellos que quisieron contar con él sabían de su valía, que aceptaría embarcarse en el asentamiento en Bilbao, en toda Bizkaia, de un proyecto en favor de la monarquía constitucional, y que, con ello, se podría tener una opción de limitar el ascenso del nacionalismo vasco, con el que Balparda confrontó desde el estricto discurso político.
Fue un hombre íntegro, sin miedo a manifestar su pensamiento. Esa característica, durante su vida, y al final de ésta, le salió muy cara. Esto es lo que produce que una biografía perdure en el tiempo. Dos hechos dramáticamente significativos: sufrió un atentado en el coche durante la campaña de las elecciones generales de 1919, y fue asesinado vilmente en el barco-prisión ‘Cabo Quilates’, el 31 de agosto de 1936.
En la trayectoria de este Premio, desde 2020, hemos querido distinguir a personas que resultan significativas en el ámbito jurídico y de la Historia, las dos condiciones y vocaciones de Gregorio de Balparda y de las Herrerías, y, ante todo, a los que han destacado en la defensa de las libertades y el Estado social y democrático de Derecho en nuestro entorno más cercano. Este año, nuestro premiado es Fernando Maura Barandiarán. Su novela ‘Últimos días de agosto’ fue un importante acercamiento a la recuperación de la memoria de nuestro ilustre bilbaíno. Desde su publicación, el libro permite al lector introducirse en la piel de don Gregorio, en el curso de los días 25 a 31 de agosto de 1936, al tiempo que, a través de los recuerdos de este, se puede observar la historia del Bilbao y la España de principios del siglo XX. El contenido de la novela es concordante con otras obras literarias que se relacionan con este período, como la que ha publicado recientemente Alfonso Carlos Saiz Valdivielso, ‘Un infierno helado. (Bilbao 1936-1938)’. Del mismo modo, se vincula con las aportaciones historiográficas de Javier Cangas de Icaza en ‘Gregorio de Balparda. (Forja y destino de un liberal)’, o bien con la recopilación de textos, con estudio preliminar y edición a cargo de Iñaki Iriarte en ‘Gregorio de Balparda. Escritos Políticos’.
Gregorio de Balparda fue el último conferenciante en El Sitio antes de la Guerra Civil, en junio de 1936. Un mes antes se pudo escuchar allí mismo a Julián Besteiro. Dos hombres que, desde la sede de nuestra Sociedad en el Palacio de las Libertades de Bidebarrieta (actual Biblioteca Municipal, sin resarcimiento honorable a la vista), obtuvieron el aplauso del público.
De haber tenido el alcance político necesario, para conseguir el del conjunto de los españoles, la infame contienda fratricida habría tenido más difícil hacerse presente. Es una suposición, no una afirmación. Entre las libertades que defendemos, está la de soñar.