Miquel Giménez-Vozpópuli
Por fin llamó Sánchez a Quim Torra. Quince minutos al teléfono y el emplazamiento a una reuniòn. Ni el Pacto de Locarno
Ignoramos si el contestador de Torra funciona – en catalán, por supuesto – con una de esas voces metálicas e impersonales que, en el caso del dirigente separatista, bien podría decir “Ha marcado usted el teléfono del President. Si quiere DUI, pulse uno; si quiere referéndum, pulse dos; si quiere conjurarse, pulse tres; si quiere salvar su culete, pulse asterisco. Apreteu, apreteu”. En tal supuesto, no duden ustedes que el ocupante en funciones de La Moncloa apretaría la última tecla, porque anda necesitado de muchos mimitos, igual que Torra y Junts per Catalunya, para qué vamos a engañarnos.
La llamada ha sido un episodio más en este rosario de sucedidos chuscos y sobreactuados dirigidos a dejar sus parroquias más o menos convencidas de que los suyos están ganando. Fíjense qué tristeza, el votante ya ni siquiera aspira a ganar algo, contentándose solamente con que lo parezca. Ahora, en el partido de Torra y Puigdemont saben muy bien que, si Sánchez habla con ellos, además de por urgencias de investidura, es porque ha sido una de las condiciones que Junqueras ha puesto encima de la mesa de negociación entre socialistas y republicanos. Quiere humillar al de Waterloo hasta en esto. Si se ven con vosotros es porque lo pido yo, no porque tú lo valgas, bonito, parece escucharse desde los muros de Lledoners entre risotadas de ese político con aspecto de Falstaff, y ya saben que ese personaje dice en la ópera del mismo nombre que tutto nel mondo é farsa, tutto nel mondo é burla, tutti gabbati!, todo en el mundo es farsa, es burla y todos somos engañados.
Sánchez ha dado una tanda de largas cambiadas y ha dicho que se reunirá con Torra, pero después de la investidura y en el marco de una ronda de encuentros con todos los presidentes autonómicos. O sea que de singularidad, nada de nada, y no es que a Sánchez eso le vaya a importar más o menos, es que a quienes les importa, y mucho, es a los de Esquerra, que no quieren que se visibilice que Pedrín con quien pacta es con el becario del de Waterloo. Esquerra posibilita cosas como la llamadita que, en el fondo, cabrean más que otra cosa a Torra, pero quieren que el mérito de salir de este embrollo la gente que vota estelada lo perciba como un éxito fruto de la paciencia de Junqueras, la estrategia de Aragonés, en fin, del de un partido que puede enterrar perfectamente una Convergencia que ha dejado de ser útil. Me lo decía un dirigente del partido fundado por Maciá: “Si a CiU le hubiera interesado la independencia, habrían podido proclamarla hace años. Lo que pasa es que son unos cagats y siempre han optado más por el negoci que por el país”.
El Sánchez de ahora ya no menta a la Constitución, ningunea a los dos partidos que la defienden y pacta lo impactable
De momento, no parece que a la delegación de ERC le esté yendo mal. Han logrado que el Gobierno en funciones reconozca lo de “conflicto político”, así como “el reconocimiento institucional mutuo”, paso inmediato para establecer la bilateralidad entre el Estado y Generalitat. Por resumir, mientras Torra sigue gritando que, o se habla de autodeterminación, presos políticos y exiliados o él se corta las venas con un editorial del ABC, en Esquerra siguen siendo tan separatistas o más que nunca, pero más inteligentes. El Sánchez que prometía ciento cincuenta y cincos o recuperar el referéndum ilegal como delito – ¿sabremos qué o quién había de verdad tras aquel suicidio – ha dado paso a otro Sánchez. Hay muchos, no teman, tiene vestuario para abastecer a toda una compañía de teatro.