Presión fiscal distorsionada

Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo

  • Lo único que siempre me ha llamado la atención es que esa práctica saludable de la solidaridad ciudadana solo funciona cuando nos la imponen

Las decisiones adoptadas por el Gobierno en los últimos meses han sido, cuando menos, curiosas. La situación era favorable para darle una vuelta de tuerca y aumentar la presión, pues coincidían en el tiempo un creciente malestar popular, debido al alza desaforada de los precios, con una recuperación de los beneficios de algunas empresas, no muchas, pero sí llamativas y ‘populares’ como las energéticas y la banca. De ahí que el famoso eslogan ‘que pague más quien tenga más’ se haya convertido en un mantra omnipresente en todos los discursos de nuestros líderes progresistas y, no digamos, en las soflamas de los ultraizquierdistas que pueblan el gobierno tripartito. Lo de Patxi López alcanza ya el nivel de un TOC, dada su obsesión.

Lo califico de eslogan, porque esa situación pedida lleva ya décadas conseguida. Todos los que tienen más pagan más. Y no lo hacen de manera proporcional, sino progresiva, de tal manera que el que tiene más, paga más de manera creciente según asciende en la escala de ingresos. ¿Está mal? No, qué va. Lo único que siempre me ha llamado la atención es que esa práctica saludable de la solidaridad ciudadana solo funciona cuando nos la imponen. ¿Conoce usted a alguna familia o grupo de amigos que pague las cenas de los fines de semana de acuerdo con su renta respectiva? ¿Sabe de alguna comunidad de vecinos en donde las cuotas se paguen en base a los ingresos de cada vecino? No. Cuando podemos elegir, pagamos a escote, incluso aunque lo compartamos con quienes más queremos y a quienes más tratamos como son los amigos y los familiares. Pero en los temas de Hacienda, nos obligamos todos a pagar de manera progresiva.

Lo que es una verdadera lástima es que ese eslogan no vaya acompañado de otras dos informaciones. Una, ¿conoce la gente cuáles son los marginales del impuesto sobre renta de cada comunidad autónoma? Dos, ¿cuánto más debería pagar el que más tiene? No sé cuál es la razón, por lo que lo segundo se oculta y le aseguro que he hecho la prueba con lo primero y los resultados son lamentables, incluso si pregunta entre dirigentes en activo.

Como le digo, la situación era favorable, así que el Gobierno decidió implantar nuevos impuestos, el de solidaridad con el patrimonio y el de los beneficios extraordinarios de la banca y las energéticas, a lo que habría que añadir los múltiples empujones dados a las cotizaciones sociales, etc… Es una lástima que la Airef, ya sabe el organismo independiente que dirigió el ministro Escrivá y gestiona su equipo, haya rebajado mucho las expectativas. Según ella, el impuesto de solidaridad recaudará 635 millones cuando se anunciaron 1.500. El impuesto a las energéticas aportará 1.634 cuando se preveían 2.000 y el de la banca se quedará en 1.274 en lugar de los 1.500 iniciales.

Hay otra media vuelta de tuerca a la presión fiscal, metida de rondón por la vía del gasto, al eliminar del océano de ayudas decretadas a aquellas personas que, se supone, no las necesitan. La aparición de algunos casos de relevancia mediática les va a obligar a repasar las condiciones, con la intención, claro está, de endurecer el acceso a las mismas.

Bueno, pues en esas estamos, cuando aparece un elemento distorsionador de toda esta política. La negativa a deflactar los ingresos, con la inexplicable ¿o sí? excepción vasca, ha producido un aumento importante de la presión fiscal que esta vez se aplica a todos y no solo a los ricos. La inflación ha introducido en las arcas de Hacienda más de 30.000 millones de euros extras, y en ello ha colaborado de manera decisiva la subida de las retenciones. Todo un 8,1%, muy en relación con el IPC. La inflación ha provocado un corrimiento de los ingresos que se ve más claro en las pensiones que en los salarios públicos y, más aun que en los privados. Como los salarios percibidos están ‘inflados’, las retenciones se desplazan hacia arriba y castigan a los salarios reales. Este nuevo ‘apriete’ fiscal se produce en todos los escalones de renta, salvo, ¡qué curioso!, en los que ya se encuentran dentro de los marginales, es decir, salvo en el que acoge a los ciudadanos que más ganan. ¿No habíamos quedado en que había que apretarles a ellos y no a la clase media trabajadora? Pues mire, va a ser que no.