Editorial, LA VANGUARDIA, 18/10/11
SABIDO es que cualquier previsión sobre la banda terrorista ETA resulta incierta. La experiencia lo ha demostrado con creces y, en el momento actual, cuando el entorno de los terroristas le presiona para que deje las armas cuanto antes, no se debería rebajar la tensión sobre la banda, muy desarbolada por la acción policial, la cooperación internacional y una inestable unidad de los partidos.
La conferencia internacional reunida ayer en el palacio donostiarra de Aiete, en la que participaron expertos con experiencia en los procesos pacificadores como el ex secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, los irlandeses Bertie Ahern y Gerry Adams, la ex primera ministra noruega, Gro Harlem Brundtland, y el ex ministro de Interior francés, Pierre Joxe, exigió a ETA el fin «definitivo» de la violencia. La declaración final recomienda a la banda que dé «pasos profundos para avanzar en la reconciliación, reconocer, compensar y asistir a todas las víctimas, reconocer el dolor causado y ayudar a sanar las heridas personales y sociales». Asimismo, solicita a los gobiernos de España y Francia que acepten la renuncia y que se reúnan «para tratar exclusivamente las consecuencias del conflicto», forma diplomática de referirse a cuestiones como la situación de los presos y el proceso de desarme de la banda. También recomienda a los políticos dialogar sobre «toda clase de aspectos políticos», sin especificar cuáles, con el objetivo de que el proceso sea finalmente aceptable para el conjunto de la sociedad.
Las conclusiones de la conferencia, precedida por la información de The Guardian según la cual esta misma semana ETA podría anunciar su renuncia a las armas, parecen constituir un conjunto de consejos bienintencionados. Probablemente, no se les debe pedir más a los reunidos. La pregunta es si bastarán estas recomendaciones para que la banda declare el fin definitivo del terrorismo, como le exigen hace años la sociedad vasca y la española, o bien se reducirá simplemente a convertirse en una baza electoral para la izquierda abertzale de cara a las próximas elecciones generales del 20 de noviembre.
En la reunión no hubo ningún representante del Gobierno español ni del vasco, lógicamente. Tampoco asistió el PP, que sigue insistiendo en que la solución pasa sólo por la vía policial y que calificó la conferencia de balón de oxígeno a una ETA contra la pared y de error estratégico. Sí que asistieron representantes del socialismo vasco con el objetivo de que la exigencia a ETA no contuviera contrapartidas, y del PNV, que calificó la reunión de oportunidad histórica para la paz.
Lo peor que pudiera ocurrir es que la celebración de esta reunión tuviera como consecuencia una nueva desunión de los partidos frente a ETA, como la que se vivió en el último y fracasado proceso de paz, en el 2007, antes de que los terroristas volaran uno de los aparcamientos de la T4 de Barajas con dos muertes. Pero si el resultado fuera la renuncia definitiva a las armas por parte de los terroristas, habría que celebrar el éxito de la reunión. Como decíamos anteriormente, ninguna previsión con respecto a la banda puede considerarse cierta, entre otras razones porque el mundo del terrorismo es cerrado y muy poco permeable. Sólo el día que ETA anuncie el fin definitivo de la violencia armada se podrá pensar que se está en el camino correcto. Y hasta que este día llegue, habrá que seguir luchando por la paz. Es decir, persiguiendo a los delincuentes.
Editorial, LA VANGUARDIA, 18/10/11