EL MUNDO 24/11/12
Gisasola, Caride, Urrusolo y Alza piden el fin de la banda en la revista de Gesto por la Paz.
Los ex terroristas de ETA insertos en la vía Nanclares Rafael Caride, Carmen Gisasola, Joseba Urrusolo y Andoni Alza han publicado un artículo en la revista de la organización Gesto por la Paz. Bajo el título Recuperar la convivencia, los cuatro presos aprovechan el aniversario del cese definitivo de la banda para reprochar a la izquierda abertzale la actitud que ha mantenido desde entonces.
Son claros: le piden que asuma su responsabilidad en el terror y plantean la necesidad de poder desmontar la «mentalidad» que empujó a los militantes de ETA a «poner los objetivos políticos por encima de la vida y la dignidad de las personas».
Los internos recogen con crudeza la «realidad» sobre el ocaso de ETA que la antigua Batasuna está tergiversando: «La decisión de dejar su actividad armada, por desgracia», dicen, «no fue fruto de una reflexión interna, sino impuesta por la incapacidad de seguir, e impuesta porque, por fin, en la izquierda abertzale algunos que tenían la capacidad para ello, se decidieron a hacerlo».
Caride, Gisasola, Urrusolo y Alza insisten en que «es importante decirlo y asumirlo así, porque es la realidad y porque pretender dar otra imagen impide afrontar con sensatez lo que ahora queda por hacer, y sólo sirve para contentar a los que quieren mantener un imaginario artificialmente construido a base de alargar el sufrimiento de los demás».
Un año después, la mayoría de la sociedad vasca ha pasado página, aseguran. «Pero otros no podemos pasar página sin hacer una profunda reflexión crítica del pasado», añaden. Para ellos, lo más «sensato y efectivo» sería que el brazo político de ETA «asumiera su responsabilidad e hiciera una reflexión profunda, sincera y crítica sobre lo ocurrido». «Continuar haciéndolo a pequeñas dosis, con pequeñas frases calculadas», razonan, «es un insulto para los que han sufrido y supone más tiempo de cárcel para los presos».
En estos meses, algunos dirigentes han encabezado gestos muy medidos hacia las víctimas de ETA, siempre enmarcándolas en ese pretendido conflicto entre dos bandos que acaba por justificar los asesinatos y como si la banda no tuviera nada que ver con ellos. En esa filosofía se enmarcan las disculpas «de corazón» de Arnaldo Otegi, si había «añadido un ápice de dolor» a las familias de las víctimas, o las palabras de Pernando Barrena, a quien el asesinato del socialista Ernest Lluch le «revolvió».
«No pretendemos hacer comparaciones ni equiparaciones», indican los reclusos. «No queremos justificar nada, ni escudarnos en la evidencia de que también desde los aparatos del Estado se han vulnerado los derechos humanos utilizando de forma ilegítima la violencia. Pretendemos poner en cuestión (…) la mentalidad que nos ha llevado a nosotros mismos a decidir utilizar la violencia para conseguir objetivos políticos». «Pensamos que poner en cuestión esa mentalidad, esas contradicciones entre los valores que pretendíamos defender y la cruda realidad de lo que hemos hecho, de cómo lo hemos hecho», aseguran, «ayudará a cerrar las heridas y a evitar que se reproduzcan en el futuro».
¿Y ETA? «Debería reconocer el sufrimiento causado, pedir disculpas en nombre de sus militantes, escenificar unilateralmente su desaparición y dejar que la izquierda abertzale gestionara el tema de los presos». Eso, dicen, facilitaría las decisiones de los propios reclusos.
EL MUNDO 24/11/12