EL CORREO 16/03/14
EDITORIAL
· La parsimonia de ETA y de la izquierda abertzale no puede embaucar a la sociedad y a las instituciones
El calendario establecido por el EPPK para encuadrar las solicitudes de traslado a cárceles vascas o de excarcelación y el acto público con el que un centenar de personas acaban de reclamar en Alsasua la vuelta de los huidos por actividades relacionadas con ETA a sus lugares de origen no son solo el reflejo de la distancia a la que sus protagonistas se encuentran de los principios que rigen en el Estado de Derecho. No solo demuestran que, lejos de admitir la comisión de un daño injusto, tales iniciativas reivindican el pasado terrorista en un relato que se mueve entre la entrega a la causa y el victimismo de haber sido represaliados por ello. Resulta también llamativo que, dos años y medio después de que ETA anunciase su alto el fuego definitivo, quienes siguiendo su jerga encarnarían «las consecuencias del conflicto» no tienen excesiva prisa en salir de su situación o aliviarla. Todo lo contrario, la prolongan para dar testimonio de un ‘proceso de paz’ inconcluso. La agenda fijada por el EPPK no guarda relación alguna con las necesidades de sus representados cuando su formulación pública contraviene el requisito de la solicitud individual. Los antiguos exiliados de Alsasua se refirieron ayer a una ‘hoja de ruta’ trazada en Biarritz nada menos que en junio de 2013, sin que se sepa qué han hecho mientras tanto para procurar la vuelta de los huidos. A estas alturas resulta patético que desde las filas de EH Bildu se resalte el carácter unilateral de tales gestos, cuando la única alternativa que tienen sus actores es ir más aprisa en su proceso de desistimiento. La parsimonia extremista obedece al propósito de ETA y de la izquierda abertzale de ceder lo mínimo respecto a las exigencias legales y los requerimientos de las formaciones democráticas; a la espera de que en algún momento pudiera visualizarse algo semejante a una negociación con el Estado y, en su defecto, a una entente con el PNV. Saben que todo sería más fácil y rápido si ETA se disolviera, pero ello supondría el final de su estrategia: la ‘unilateralidad’ llega a tanto. Por eso alientan la idea de que presos y exiliados tienen más derechos de los que consigna la Ley y administran las instituciones competentes. Sería bueno que todos los presos estuviesen recluidos en cárceles próximas a su «entorno social y afectivo», pero para ello ETA debería desarmar la férrea disciplina con que prolonga la condena de sus condenados, o desaparecer directamente.