Editorial, EL CORREO, 8/1/12
Las calles más céntricas de Bilbao fueron ayer testigo de la multitudinaria manifestación que, tras el lema ‘Egin dezagun bidea’, quiso situar a los presos por terrorismo como protagonistas del ‘proceso’ abierto con el cese definitivo de acciones violentas por parte de ETA y como beneficiarios de la nueva situación. La presencia de sus familiares al inicio de la marcha y las adhesiones solidarias logradas por sus organizadores podían dar a la convocatoria un sentido humanitario respecto a la deseable mejora de las condiciones en las que se cumplen las penas de prisión, incluido el acercamiento a cárceles próximas a sus lugares de origen. Pero es indudable que, más allá de las reivindicaciones inmediatas de derogación de la ‘doctrina Parot’ y la excarcelación tanto de los reclusos que hayan cumplido tres cuartas partes de su condena como de aquellos que padezcan enfermedades graves e incurables, la manifestación de ayer fue convocada para exigir que el paso dado «unilateralmente» por ETA sea correspondido por «Madrid y París». La izquierda abertzale y los demás integrantes del Acuerdo de Gernika movilizaron ayer a miles de ciudadanos cuyo número en ningún caso constituye una razón superior a aquella en la que se basan la legislación penal y la penitenciaria, así como las resoluciones judiciales a las que dan pie. A nadie se le escapa que tras la demanda formal de cambios en la política carcelaria se oculta la pretensión de generar un clima de indulgencia que aliente entre los etarras presos la perspectiva de una amnistía o, cuando menos, de una respuesta colectiva a sus aspiraciones. La exigencia de ETA a sus presos para que no pidan perdón ni se dispongan a reparar el daño causado a la hora de acceder a los beneficios penitenciarios es una muestra elocuente de que para la trama etarra las demandas exteriorizadas ayer constituyen una manera de salvaguardar su propia trayectoria y, para ello, de mantener la cohesión de los reclusos adscritos a su disciplina como la reserva moral que alimenta su particular espiral de justificaciones retrospectivas. Aunque los manifestantes de ayer crean sinceramente que los presos etarras soportan condiciones de excepción, lo verdaderamente excepcional desde el punto de vista del Derecho sería que accedieran a los beneficios penitenciarios sin siquiera solicitarlo individualmente.
Editorial, EL CORREO, 8/1/12