José María Múgica-Vozpópuli
- Lo que desde la Transición fue principio innegociable, hoy cae derrumbado con estrépito
De nuevo, Bildu votará sí a los Presupuestos Generales del Estado. Esta vez, son ellos quienes lo han anunciado unilateralmente, ante el silencio del Gobierno. Al menos, a diferencia del año pasado, nos evitamos las celebraciones puesto que se trataba de unos votos necesarios para aprobar los presupuestos. No es verdad, no son votos necesarios que se requieran para la aprobación de las cuentas. Otras deben ser pues, las razones que justifiquen ese voto.
Razones que se nos antojan desconocidas, que vayan más allá de garantizar que la televisión en euskera de ETB pueda propagar sus contenidos infantiles por Navarra. No parece que semejante acuerdo de naturaleza regional pueda erigirse en la justificación de tal voto. Tal vez el único que lo ha expresado en forma pública ha sido su dirigente Arnaldo Otegui: “Si para que salgan los doscientos presos que hay tenemos que votar los presupuestos, los votaremos”. Naturalmente los doscientos presos que menciona son doscientos asesinos de la banda terrorista ETA.
Impensable en Europa
Dicho de otra manera, lo que es impensable en Europa, sucede en España. Lo que es impensable en cualquier otro país de nuestro entorno europeo, que hace imposible llegar a acuerdo alguno con albaceas del terrorismo, aquí se va convirtiendo en norma. Lo tenemos en Navarra, lo tenemos en los Presupuestos del Estado, apoyados por Bildu por segundo año consecutivo. Lo tenemos en el hecho de que el Gobierno, lejos de romper radicalmente con Bildu, se empeña una y otra vez en obtener su caución. Y con todo ello, un ejercicio de desmemoria se cierne sobre la sociedad española.
Es el respeto a nosotros mismos, a la memoria de lo que ocurrió, a la necesidad de hacer frente a sus ideas de odio y de exclusión, lo que exige denunciar cualquier trato que se pretenda con Bildu. La memoria es algo sencillo pues permite distinguir el bien del mal. Sin ella, el abismo de la indiferencia se abriría ante nosotros, el “todo vale” crecería sin límites. ¿A quién favorece esa normalización de Bildu? Diremos que favorece necesariamente a Bildu, que se encuentra con el regalo de ser tratado como una fuerza política normalizada, cuando su pasado impide que pueda serlo.
Como favorece al presidente del Gobierno, que pretende seguir siéndolo sin ser cuestionado por apoyarse en los herederos del crimen organizado. Pues, así las cosas, es ese presidente quien busca no ser sometido a límites básicos de control sobre en quién se apoya.
La ambición de la mejor España, abierta y
generosa, que fue obra colectiva de la inmensa mayoría de los españoles, hoy es abiertamente cuestionada
¿Quién pierde? Desde luego, perdemos todos; o casi todos: parecen no perder ni el Presidente ni Bildu. Lo que desde la Transición fue principio innegociable, hoy cae derrumbado con estrépito. La ambición de la mejor España, abierta y generosa, que fue obra colectiva de la inmensa mayoría de los españoles, hoy es abiertamente cuestionada mediante el trato con el partido que encarna la sucesión política de los terroristas. Es la Constitución, casa común de los españoles, garantía de convivencia, libertad e igualdad, quien se ve atacada, directamente atacada por quien afirma sin ambages que su objetivo no es otro que “tumbar el régimen”.Lo que es seguro es que con esa política de pactos, es el alma y la razón de ser los que se encaminan hacia elnaufragio. Conviene prestar atención a lo que susportavoces expresan a las claras; nadie podrá decir que fue engañado por ellos. Sí, nos hallamos ante un tropel de inquisidores altivos que proclaman sus dogmáticas verdades a fuego, que promueven la exclusión del diferente que no es como ellos. Es ahí donde el nacionalismo identitario se convierte en la expresión acabada de lo reaccionario; separador de ciudadanos, destructor de la igualdad, anida en él el germen destructor del totalitarismo.
¿Quién pondrá límites a la hora de pactar o no con Bildu? ¿En razón de qué se podrán imponer límites, cuando con anterioridad todos ellos se saltaron a conciencia?
Y es así como van logrando sus objetivos. Simplemente, nadie les para, nadie les combate. Y así, las puertas se van abriendo, poco a poco para quien observa cómo la torpeza de quien debería combatirlo abre la puerta a su triunfo. Porque, establecida la normalidad de llegar a acuerdos con quien pone en riesgo las libertades en nuestro país, no habrá límites para tales acuerdos. ¿Quién pondrá límites a la hora de pactar o no con Bildu? ¿En razón de qué se podrán imponer límites, cuando con anterioridad todos ellos se saltaron a conciencia? ¿Quién tendrá el coraje de decir no, alto y claro, frente a estas gentes? Sí, una cuestión de coraje nos interpela a todos; nos interpelará; nos convoca y nos convocará. Para decirles no para siempre.