Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo

El temido frenazo de las economías vecinas, allí donde dirigimos nuestras exportaciones, aparece cada día en el horizonte de la española con una mayor nitidez, hasta el punto de que nos podría obligar a revisar a la baja nuestras previsiones para el presente ejercicio. Lo dábamos ya por aprobado, pero la vuelta del verano ha sido malo. No para el turismo, que mantiene un ímpetu impresionante, pero sí para la industria que ve cómo caen los mercados en Europa y suben los precios de la energía, para quien los recientes acontecimientos de la franja de Gaza trastocan todos los escenarios.

El FMI prevé que la economía española crezca tan solo un 1,7% a lo largo de 2024, tres décimas menos en valor absoluto que no es demasiado, pero un 17,6% menos en relativo que es mucho. Y lo peor es que su previsión de inflación es mala. Tan mala que se desvanece la imagen de una economía en fuerte crecimiento y compatible con unos precios bajos, los más bajos de la UE. Una imagen que proyectamos desde hace meses. Sin embargo, si el FMI acierta, el próximo año nuestros precios se irán al 3,9% y se situarán en el primer lugar.

Además de previsiones, ayer tuvimos opiniones. Una muy autorizada como la del presidente de la Cámara de España, José Luis Bonet, que mostró su disgusto por la deriva actual de la política. Quiere más consenso y mayores reformas. Dos antibióticos de amplio espectro que deberían ser parte de cualquier terapia. Habló también de lo que mejor conoce que son las empresas catalanas. Dijo que aquellas que se marcharon por el miedo provocado por la deriva del ‘procés’ no volverán a Cataluña hasta que la sociedad recupere la cordura, es decir el ‘seny’. Otro remedio impecable. Pero ¿tendremos consenso y habrá espacios comunes para las reformas, volverá el ‘seny’ a Cataluña? Supongo que a todos nos gustaría decir que sí y ojalá que pronto, pero me temo que nadie espera de verdad que tal cosa vaya a suceder en los próximos tiempos. Primero porque en las condiciones actuales es muy difícil que cristalicen tan excelentes intenciones. Hay muchos políticos, a ambos lados del espectro, que crecen y se desarrollan mejor en ámbitos de puro enfrentamiento. Y al menos los de un lado cada día son más importantes porque reciben una atención que no merecen.