Prima della Revoluzione

EL MUNDO 04/06/14
SANTIAGO GONZÁLEZ

Asombrosamente, la izquierda convocante parecía creer de buena fe que a los reyes hay que elegirlos. España tuvo dos presidentes en ese prodigio de organización que fue la II República, ninguno de los cuales fue elegido por el voto popular, sino por el interpuesto de los legisladores: Alcalá-Zamora fue elegido por 362 diputados de 446 en diciembre de 1931. Azaña, el 10 de mayo de 1936, por la gran mayoría de la Asamblea de diputados y compromisarios (754/911) que se reunieron en el Palacio de Cristal del Retiro, porque en las Cortes no cabían.

Los italianos no eligen a su presidente, ni los alemanes al suyo. Lo hacen sus cámaras legislativas. Es muy notable que los empecinados votadores aspiren al sistema más personal: el presidencialista. Como Francia o EEUU. O Argentina. Tampoco la II República llegó por referéndum, sino por unas elecciones municipales que los republicanos ganaron sólo en las ciudades, no en el conjunto de España. Ahora quieren proclamarla en la Puerta del Sol.

Estamos probablemente en los últimos momentos del único secretario general que puede garantizar un comportamiento razonable del Partido Socialista, de ahí las prisas. Con Madina, un suponer, no sería lo mismo que con Rubalcaba. Sería lógico que a él le gustara más un Monarca elegido por el mismo procedimiento que el secretario general del partido.

Estamos, sin embargo, a punto de cometer un grave error de percepción: la creencia de que Felipe VI debe impulsar una reforma constitucional que sea para él lo que para su padre la Constitución del 78. Cámbiese lo que se quiera, pero todo lo que no sea el imposible reconocimiento del pueblo catalán como sujeto político soberano no calmará a los secesionistas. No van a aceptar el papel mediador de la Corona. Y con ERC subiendo.

Tampoco el relevo va a desactivar el caso Urdangarin. La izquierda, incluso la de los ERE, lo usará contra el cuñado como lo hizo contra el suegro. Tal vez el futuro Monarca debería practicar esa habilidad familiar que se dio en llamar el borboneo, cuando Urkullu reclama el pacto con la Corona, aprovechando la coyuntura: «Hombre, lehendakari, no jodas, que la vez anterior que reclamasteis el Pacto con la Corona nos colasteis en la Familia a Urdangarin, hijo de una de las mejores familias de vuestro partido en Álava».

En todo caso, vale más que se den prisa. Caben muchas convocatorias hasta el día de la proclamación. No se trata ya de Cayos y Podemos. Son barones como Puig, que piden referéndum republicano «según la Constitución», y las JJSS y quizá UGT. Tal vez no llegue tampoco don Alfredo. Ni un servidor. Según Talleyrand, un cabrón a rayas como las cebras, «quien no ha vivido antes de la Revolución no sabe lo que es la alegría de vivir». En el peor de los casos, que nos quiten lo bailado, en fin.