DIARIO VASCO, 7/12/11
Celaá defiende «el marco de las libertades» y lamenta la ausencia de los nacionalistas. Bono insta al PSOE a «beber de la fuente del olvido» y que no haga una oposición sin cuartel a Rajoy
El 33 aniversario de la Constitución tuvo en esta ocasión varios elementos diferenciadores. El primero y más significativo, el cese definitivo de ETA, que marcó el discurso de los asistentes a la celebración en el Congreso de los Diputados. El segundo, la presencia en la Cámara de dos presidentes del Gobierno, uno en funciones y otro electo. Y un tercer elemento, aunque común a anteriores aniversarios, la ausencia de todos los partidos nacionalistas, entre ellos PNV y Amaiur, que razonaron los conocidos motivos de su inasistencia y evidenciaron la división en el espectro político vasco.
Quien sí acudió, aunque no lo hizo el lehendakari, es una representación del Gobierno Vasco, en este caso -como en anteriores eventos en Madrid- la número dos Isabel Celaá. Ella fue la primera que puso sobre la mesa el nuevo escenario de paz, y defendió que la Carta Magna firmada en el 78 es «el marco» con el que se ha logrado el final del terrorismo de ETA. «Es el marco de todas las libertades», dijo, y de la que nace el Estatuto de Gernika, recordó. Para el Ejecutivo vasco, la Constitución «facilita» la convivencia tras una paz que, remarcó, «ha llegado con el Gobierno de López y de Zapatero. Ésta es una cuestión que no debemos olvidar».
Celaá lamentó además que el PNV y Amaiur no asistieran al acto, al que estaban invitados por formar parte del Congreso de los Diputados, pero el portavoz jeltzale en la Cámara, Josu Erkoreka, dio la réplica. El PNV consideró que no tenía por qué celebrar un texto «a cuya aprobación no contribuimos y en cuya elaboración fuimos excluidos», y defendió una actitud «respetuosa» al marco «en el que desarrollamos nuestra actividad política», pero crítica. «Después de tantos años en los que nos vendían que la Constitución era poco menos que intocable o inmutable, en verano comprobamos en cuestión de semanas que era posible la mutación», reprochó.
Donde no hubo reproches pero sí recomendaciones fue en las palabras de José Bono, el presidente del Congreso también en funciones, quien en su despedida urgió a su partido a que olvide agravios pasados del PP y colabore con el Gobierno que formará Mariano Rajoy. «Si para llegar a entendimientos y acuerdos fuera menester olvidar, bebamos entonces de la fuente del olvido», afirmó.
Bono se retira de la primera línea de la política y ya había aconsejado al PSOE que ejerciera una oposición constructiva. Pero ayer, fue más lejos y recordó que «la altura política y moral que exigen los españoles» en estos difíciles momentos es «unidad». Los que peor lo están pasando, subrayó, «nos reclaman unidad. ¡Caminen juntos, pónganse de acuerdo!, nos dicen de manera clara y contundente».
Un mensaje que a buen seguro generará polémica en las filas socialistas, donde está abierto un debate sobre la estrategia de oposición para la legislatura. Los hay partidarios de «devolver la misma moneda» al PP y organizar una confrontación «sin cuartel», y los hay defensores de una actitud «constructiva y patriótica» en esta coyuntura económica.
Sin «maldades»
Bono se decantó con entusiasmo por la segunda opción. «Unamos esfuerzos, busquemos acuerdos», afirmó ante la mirada de Rajoy, José Luis Rodríguez Zapatero y Alfredo Pérez Rubalcaba. Justificó su planteamiento colaborador porque «las generaciones venideras no nos van a juzgar por las maldades que seamos capaces de atribuir al adversario» sino por «el nivel de vida y bienestar que sepamos procurar a los españoles».
Bono también tuvo un recordatorio para el final de la violencia. Destacó el primer aniversario sin «la amenaza del terror criminal de los malhechores de ETA». Un hito que ha sido posible, añadió, gracias a la «imprescindible» labor de la Policía, Guardia Civil, los jueces, el apoyo de Francia y también de «los partidos que han dialogado». Y no olvidó a las víctimas del terrorismo, a las que dedicó su «recuerdo más afectuoso».
En ese repaso de efemérides el presidente del Congreso hasta el 13 de diciembre, tributó un homenaje a Zapatero. «Cuando la mar se calme, la tempestad amaine y con la perspectiva que da el tiempo se puedan distinguir las voces de los ecos contemplaremos en toda su dimensión tu obra de gobernante», manifestó. Y no se olvidó del próximo presidente, al que deseó que tenga «acierto» en las decisiones que tome. «Que tu navegación sea fecunda y constructiva por el bien de todos», dijo en otro símil marinero.
La despedida de Bono se unía a la que en breve deberán hacer todos los miembros del Gobierno del PSOE, a quienes ayer parte del público de la carrera de San Jerónimo recibió con abucheos -frente a los gritos de ‘Mariano, Mariano’-. Pero a Zapatero no parecía importarle demasiado. Por primera vez en mucho tiempo sonrió, departió dicharachero con unos y otros, se hizo fotos con todo el que quiso posar con él, y hasta se retrató con una camiseta de su equipo, el Barça. Parecía haberse quitado de encima la losa de la responsabilidad y de los agobios por la crisis de la deuda.
Mantuvo un animado corrillo con viejas glorias socialistas como Alfonso Guerra, Gregorio Peces-Barba y José Montilla, aunque no se le vio con Rubalcaba ni Chacón. Y charló en tono cordial con Mariano Rajoy con el que hasta se tomó una cerveza. ¡Quién lo habría dicho hace unos meses!
DIARIO VASCO, 7/12/11