EL CORREO 19/06/13
TONIA ETXARRI
Se veía venir. Una semana después de que el plan de Urkullu sobre paz y convivencia fuera presentado en sociedad, los partidos políticos han desplegado sus primeras pancartas de reparos. No se trata de mantener un «pensamiento simple», como alerta el secretario del lehendakari, sino que los partidos están para algo más que para «sumarse al consenso», como pretendían los redactores del documento. El exrepresentante de Elkarri, Jonan Fernández, si quiere ponerse el buzo de «desatascador» para liberar lo que él, como el PNV y la izquierda abertzale, llama «el proceso», tendrá que soltar el lastre de las palabras huecas que le impiden situarse en la piel de las víctimas, mientras ETA sigue sin disolverse. Sus prisas por dar el broche final antes de que caduque este año no son debidas al riesgo de que se produzca una posible escisión en la banda terrorista. Su temor está condicionado por las fechas electorales. No sea que las campañas, tan mediatizadas por los intereses partidarios acaben arrinconando la cuestión de ETA en el baúl del olvido y sus presos empiecen a sentir que sus valedores en las instituciones les abandonan.
Ayer, los representantes parlamentarios coincidieron en señalar que los 74 folios contienen lagunas. Claro que no son las mismas para la izquierda abertzale que para el PP, UPyD y también el PSE. El PNV, sin problema. Su papel es apoyar al Gobierno. En EH Bildu, encantados con las florituras del documento porque la mezcla de víctimas (Guerra Civil, franquismo y terrorismo) favorece que se diluyan las responsabilidades de ETA. Les ayuda a blanquear la historia del terrorismo para convertirla, como por arte de magia, en «una más». Entre sus reparos: que el plan no aborde la salida («repliegue» para los que gusten de eufemismos) de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado de tierras vascas.
Estos días, los muñidores del texto han intentado aplacar las primeras críticas recibidas. «Hay que contar la verdad», decía Jonan. Bien. Inténtelo con un ejemplo. Ponga ojos y cara. Y nombres. Ortega Lara estuvo 532 días secuestrado por ETA. Sin ver la luz del día. Su carcelero Bolinaga quería dejarlo morir. ¿Hay otra manera de contar esta verdad? Ahí es donde UPyD dice que la respuesta al plan de Paz y Convivencia está en el Código Penal. Mientras se hable de «personas muertas» donde hubo asesinatos, o del dolor de quienes murieron poniendo una bomba, difícilmente podrá encontrar el apoyo que requiere el ambicioso plan de cerrar las heridas provocadas por la violencia. Los socialistas, que dieron su visto bueno al Instituto de la Memoria, se mantienen en una prudente critica y se suman a los reproches del PP y UPyD a las palabras maquilladas con las que está redactado el plan de Jonan. Ayer, en la entrevista de Arantza Quiroga con Patxi López, la presidenta del PP vasco vio posibilidades de llegar a un acuerdo en fiscalidad y política económica con el PNV y el PSE. Más difícil será lograr un acuerdo entre los tres partidos para presionar a EH Bildu, como ella pretende. Desde que aprobaron el «suelo ético» para deslegitimar la violencia, la izquierda abertzale les ha ganado terreno.