IGNACIO MARCO-GARDOQUI-EL CORREO

No nos hemos repuesto del todo de la crisis de la pandemia: siguen vivas las necesidades sociales e imprescindibles las de inversión, para cimentar las ansias de recuperación; hemos adquirido nuevos compromisos en materia de pensiones, con su actualización de acuerdo a la inflación, y de empleo público con los más de 30.000 empleos a crear. Así que era de esperar que el techo del gasto diera un salto, que viene a continuación del dado el año pasado y que supone un nuevo récord histórico. Es una pena que en esto no den medallas, porque arrasaríamos.

Si quiere, añada el placebo de los 26.300 millones de ayudas europeas que contabilizamos y cuente con la garantía de que nadie va a protestar, pues a nadie le importa un pimiento esto del déficit y la deuda. Y, con todo ello, nos vamos a la bonita cifra de 196.142 millones de gasto. Ahí es nada. Para chulos, nosotros. ¿Quién dijo crisis? Ayer dijo la vicepresidenta Calviño que esto va como una moto, así que tranquilidad.

Hay que dar por hecho que se subirán los impuestos

El techo del gasto es la primera piedra en el largo, y casi siempre tortuoso, camino de la aprobación de los Presupuestos Generales. Esta vez, y dado que el Gobierno cuenta ya con los actuales, podría recurrir a su prórroga si la situación política se complica y los apoyos partidistas se encarecen mucho, pero Bruselas mira el proceso con atención y no vería con buenos ojos el dar dinero a un país sin Cuentas aprobadas y con un jaleo político poco estimulante.

A mí, lo que menos me gusta del procedimiento es el orden de su elaboración. Si se ha fijado, aquí se empieza por determinar, de manera voluntaria, cuánto vamos a gastar y luego ya nos preocuparemos -o no- del cómo vamos a obtener los dineros necesarios para pagar todos los compromisos. Es decir, el camino inverso al que todos nosotros hacemos con nuestra economía familiar, en donde lo prudente y lo habitual es acomodar los gastos comprometidos a los ingresos previstos. ¡Qué le vamos a hacer! Ya dijo la exvicepresidenta Carmen Calvo que el dinero público no era de nadie y el parlamentario Íñigo Errejón hace unos días que las vacunas eran gratis, así que resulta muy cenizo esto de preocuparse por estas nimiedades. Es una actitud que no está de moda, así que se la desaconsejo vivamente.

¿Bastarán los ingresos fiscales procedentes de la esperada recuperación? Lo dudo mucho. ¿Habrá que subir los impuestos? Pueden darlo por hecho. ¿Cuáles? Los que se dejen los ciudadanos. Los que menos molesten y los que menos votos resten. Si no lo cree, extrapole el criterio utilizado en los gastos…