Ignacio Camacho-ABC

  • Las cesiones al separatismo apenas le cuestan a Sánchez el desafecto de una ínfima proporción de sus votantes

UNA reciente encuesta del diario El Mundo, que recogía un intenso desplome de la intención de voto del PSOE y de la valoración personal de Pedro Sánchez, tabulaba también los motivos del desgaste que podría costarle a la formación socialista el abandono de hasta un tercio de sus anteriores votantes. Y sólo un 2,3 por ciento de estos electores descontentos citaba las cesiones a los nacionalistas como causa para abstenerse o cambiar de papeleta; menos de la mitad de quienes basan su decepción en la creencia de que su partido favorito ha girado… ¡hacia la derecha! Es decir, que la amnistía, los privilegios fiscales o la sumisión al chantaje de Puigdemont y Esquerra apenas le provocan al jefe del Gobierno una insignificante mella, a diferencia de la corrupción –con sus secuelas de machismo y putiferio–, el deterioro de su liderazgo o las promesas insatisfechas, principales simas de desconfianza y malestar por donde sus expectativas se despeñan.

El apunte es significativo. El trato de favor a los separatistas catalanes, incluido el borrado de sus delitos, carece de castigo entre la feligresía habitual del sanchismo, que ha deglutido con naturalidad la deriva complaciente del líder con los socios que sostienen el Ejecutivo. Por ese lado puede estar el presidente tranquilo. Y lo está de hecho, como demuestra su reiteración en el peloteo, cuyo último detalle consiste en celebrar la Diada suspendiendo una sesión del Congreso. (Aunque algunos malpensados sospechan que la declaración judicial de Begoña Gómez el mismo día podría tener algo que ver con ese oportuno movimiento). De un modo u otro, entre los muchos problemas que atribulan a los ocupantes de la Moncloa no parece figurar el vergonzante cortejo al prófugo reconvertido en miembro insigne de la ‘alianza de progreso’. Si llega el caso de aprieto extremo, Sánchez se hará la foto en Waterloo a cambio de la aprobación de los presupuestos. A coste cero.

De momento la ‘rentrée’ del verano ha comenzado con un decreto de Salvador Illa para dotar a la Generalitat de su particular cuerpo tributario, hecho diferencial previo a la consumación del prometido ‘cuponazo’. Y el Gobierno central ha excluido a Cataluña y al País Vasco del reparto de los menores inmigrantes que colapsan los centros de acogida canarios. Esto es sólo el principio; con el mandato en vilo ante un curso de apreciables perfiles problemáticos, el precio del alquiler del poder se va a disparar más que el de la vivienda en esos barrios de alta demanda que ahora se llaman tensionados. No sólo porque ‘Puchi’ quiera cobrar su apoyo cada vez más caro sino porque la contraparte sabe ya que en términos electorales – salvo acaso en Andalucía, territorio de tradición social hipersensible al agravio– hay pocas objeciones al pago. Y que la continuidad de la legislatura depende de la quiebra del principio de solidaridad de Estado.