EL MUNDO 05/10/13
Al final, el insulto de «fascista» que EH Bildu –supuestamente su presidente, Hasier Arraiz– dedicó en el Parlamento vasco al portavoz del PP, Borja Sémper, se quedó en una nimiedad en comparación con el resto de ofensas que ayer tuvieron que soportar los populares por parte de la izquierda abertzale y del entorno radical proetarra. Entre ellas figura el ataque llevado a cabo contra la sede del partido en San Sebastián, que fue precintada, y los calificativos de «falangista», «netamente fascista» y «totalitario» que dedicó el portavoz de EH Bildu, Pernando Barrena, al propio Sémper.
La actitud de EH Bildu el jueves en el Parlamento vasco –ante la indiferencia de su presidenta, Bakartxo Tejeria, que se negó a intervenir tras el insulto pese a las protestas del PP– y la respuesta abertzale en el día después evidencian que el entorno radical ha endurecido su discurso hasta recuperar formas de hacer política del pasado. Las mismas que aseguraban haber enterrado bajo los estatutos limpios de unas siglas legales.
Porque, lejos de contenerse en las formas y en el mensaje, Sortu quiso ayer añadir más fuego a la polémica generada por su propia actitud en la Cámara de Vitoria, elevando sustancialmente el tono de los insultos.
Su portavoz, Pernando Barrena, no sólo reiteró que Sémper es un «fascista», sino que, además, añadió a conciencia los calificativos de «totalitario» y «falangista».
Un acoso verbal que se transformó en físico apenas una hora después de que el dirigente abertzale se despachara así en una rueda de prensa, cuando una treintena de radicales precintó con carteles a favor de los presos de ETA la entrada de la sede del PP de San Sebastián al grito de «fascistas».
El incidente tuvo lugar sobre las 12.15 horas, momento en el que los simpatizantes abertzales se concentraron ante la sede popular donostiarra profiriendo primero lemas a favor de los presos de ETA y, a continuación, bloqueando la puerta de acceso a la oficina con dos banderas con el símbolo contra la dispersión de los reclusos de la banda terrorista, sujetadas con cinta de embalar con el anagrama de la organización juvenil radical Ernai.
Cuando finalmente la Ertzaintza hizo acto de presencia alertada por el vigilante de seguridad, los concentrados ya habían abandonado el lugar.
Este ataque constituye la «primera consecuencia» de la actitud de EH Bildu en el Parlamento vasco, según denunció Borja Sémper en una declaración de urgencia ante los medios en la Cámara de Vitoria. El dirigente popular acusó a Arraiz y Barrena de ser «los principales responsables» de este «envalentonamiento y vuelta al pasado en las actitudes y en las formas de la izquierda abertzale».
Sémper –que aseguró que el portavoz de Sortu no había logrado ofenderle pese a «regodearse en ese calificativo (fascista) a todas luces injusto e injustificable»– advirtió de que este tipo de actitudes evidencian que «estamos asistiendo a un retroceso vertiginoso por parte de la izquierda abertzale no sólo en las formas, sino en el fondo». Por ello, hizo un «llamamiento a la cordura» al conjunto de la izquierda radical y a Barrena, a quienes emplazó a «desterrar los insultos, las palabras y el odio», porque «no aporta nada positivo a la política ni a la sociedad vasca».
En apenas cuatro días, al hilo de la operación policial ordenada por la Audiencia Nacional contra la organización de apoyo a los presos de ETA Herrira –que se saldó con 18 detenidos–, la izquierda proetarra se ha despojado de su talante y sus llamamientos al acuerdo con vistas a facilitar la convivencia y ha endurecido su discurso y su actitud.
El diputado general de Guipúzcoa, Martin Garitano, no dudó en el pleno de política general en responsabilizar a PP y PSE del «sufrimiento» que, según dijo, a día de hoy padece la ciudadanía vasca. Y lo hizo con un encendido discurso propio de los tiempos del pacto abertzale de Lizarra, en el que vino a marcar nuevamente a populares y socialistas como enemigos del pueblo. La respuesta de ambos partidos no se hizo esperar y han dado prácticamente por rotas las relaciones con el Gobierno de Bildu en Guipúzcoa.
En este escenario de creciente tensión por el giro abertzale, Barrena justificó que desde la bancada de EH Bildu se llamara «fascista» a Sémper, mientras éste intervenía en el debate para crear el Instituto Vasco de Memoria y Convivencia. Afirmó que tildar de este modo «a quien dice que el Estado va a derrotar las ideas legítimas del independentismo, con todo lo que eso quiere decir, no es un insulto, sino constatar la naturaleza de un comportamiento: totalitario, falangista y, en consecuencia, netamente fascista». Además, se vanaglorió de que al Gobierno central «le ha salido el tiro por la culata» con la operación contra el colectivo Herrira, ya que ha situado la cuestión de los presos «en la centralidad del debate político».