Tonia Etxarri-El Correo

  • Todos los partidos están haciendo cálculos para las generales, persuadidos de que el 28-M será la primera vuelta de la hora de la verdad

Esta semana, a partir del viernes, empieza la maratón oficial de la campaña electoral. A por los 76.000 cargos electos. Con un cruce de mensajes a la desesperada que indican que nadie se atreve a apostar por el resultado. Unos, como el PSOE, no movilizan desde el desgaste del Gobierno, otros como Podemos y Sumar (que no se presenta) ven su deslizamiento cuesta abajo afectados por su división. La alternativa del PP no entusiasma todo lo que necesita para lograr gobernar en solitario, con apoyo exterior de Vox. Parece que estemos hablando de las elecciones generales cuando ahora los políticos se enfrentan al veredicto de los sufragios locales (ayuntamientos, diputaciones y doce autonomías de España). Pero todos están haciendo cálculos para las generales, persuadidos de que el 28-M será la primera vuelta de la hora de la verdad.

Dicen los gurús demoscópicos que un porcentaje de más del 20% de ciudadanos aguarda al tiempo de descuento para decidir su voto. Especialmente en la izquierda. Precisamente por eso, porque Sánchez se juega la renovación de su cargo en La Moncloa, se ha tomado esta campaña como si él fuera candidato. Buscando desesperadamente la motivación para que su electorado se movilice. Y allá donde él genera rechazo, confía en que la amable Yolanda Díaz, con su invento sin decantar (con Podemos, con Más País) y sus tintes peronistas comunistas, acabe por atraer el voto del desengaño, mientras los barones críticos socialistas como Page y Lambán rivalizan en despegarse lo más posible del sanchismo.

Son tiempos de promesas los electorales. Y el presidente del Gobierno ha entrado en una carrera a contrarreloj apresurándose a prometer medidas sociales de las que no se había acordado, vaya por Dios, durante los cinco años que lleva al timón de este país. Sigue prometiendo viviendas a tutiplén y suma y sigue con las ayudas para las hipotecas después de las cero viviendas construidas durante toda su gestión.

Todo va a la velocidad del rayo. ¿Quién se acuerda ya del ‘numerito’ del ministro Bolaños por subir, a toda costa, a la tribuna en la festividad del 2 de Mayo? La de Sánchez es una campaña ‘flash’, plena de fogonazos que van oscureciendo la penúltima promesa mientras sus socios podemitas marcan distancias anunciando medidas, como la de la ministra Belarra, que quiere crear su supermercado público contra el «capo» de Mercadona, poniendo los pelos como escarpias a la gente con sentido común.

El PP de Feijóo quiere evitar comparar esta campaña con las generales aunque Sánchez y su Gobierno están en el centro de sus mensajes. En muchas ocasiones, dicen, en defensa propia. Él ya propuso en abril incluir un aval al coste de las finanzas de alquiler para la gente joven. Y al oír a Sánchez, la melodía le retumba como el eco. También con la propuesta del Interrail. La propuso él en enero, durante la Feria de Fitur y la prensa no partidaria tituló: «Feijóo, a la caza del voto joven y turístico». En fin. Que lo importante no es prometer sino poder cumplir. «Paga lo que debes» sería la letra del bolero que el PNV le dedica a Pedro Sánchez. Las transferencias pendientes, presidente. El partido de Ortuzar cuenta con resistir al desgaste. Pero no está cómodo en la pinza entre Sánchez y Bildu. En la coalición de Otegi se permiten presumir de que ellos, con ERC, son los decisivos. Estos comicios van a ser los más disputados de los últimos años. No hay mayor fraude que las promesas incumplidas. Después del 28 de mayo y hasta diciembre vendrá la rendición de cuentas. Y seguirá la campaña.