Alberto Ayala-El Correo
Si usted es de los que creyó en algún momento que los vascos éramos distintos en lo que a la política se refiere vaya despertando del sueño. La última prueba: la incapacidad de los partidos ayer para consensuar cuándo deben celebrarse las elecciones autonómicas pospuestas el 5 de abril por culpa del ‘bicho’.
Hace semanas que es público y notorio -porque el lehendakari lo sugirió en el Parlamento y porque el PNV no se molesta en ocultarlo- que los jeltzales quieren que vayamos a las urnas el 12 o el 19 de julio. Quieren que Euskadi renueve sus principales instituciones lo antes posible, como es lógico. Y, sospecho yo, quieren hacerlo antes de que en otoño lleguen los temidos recortes.
El jefe del Ejecutivo vasco volvió a reunirse ayer con las fuerzas políticas para reexaminar la situación. Como era previsible, no hubo acuerdo. El PNV insiste en julio. La oposición de izquierdas, EH Bildu y Podemos, no lo ve prudente y prefiere esperar a septiembre. El PSE no se moja, tal vez porque sus homólogos gallegos rechazan julio. Y al PP le pasa otro tanto porque Feijóo sintoniza plenamente con Urkullu.
El lehendakari no dirá su última palabra públicamente hasta la semana que viene o la siguiente. Si quiere comicios el 12 de julio debe convocarlos el martes. Para el 19 tendría una semana más de margen. Aun así, tras lo escuchado ayer, ¿les suena aquello de blanco, en botella o en tetrabrik? Pues prepárense para ser llamados a las urnas el 12 o el 19 de julio. Si el problema sanitario se agravara las elecciones se pasarían a septiembre.
No me parece mal, pero tengo no pocas dudas. Supongo que bastante menos que el lehendakari, que es quien se la juega. Un Urkullu que lleva unos días no precisamente afortunados desde que se instauró la cogobernanza. Ya saben decretos a deshora y llenos de inconcreciones, como los que había criticado con extrema dureza al Gobierno Sánchez. Fallida vuelta parcial a las aulas el próximo lunes. Información sanitaria que se oculta a la Prensa y, por tanto, a la ciudadanía. Y lo peor: que Euskadi en lugar de pasar a la fase 1 de la desescalada está en una especie de fase 0,5 con mayores restricciones que otros españoles en iguales condiciones.
El lehendakari decía el lunes que si nos ha dejado en esa especie de fase 0,5 es por prudencia y rigor. ¿Cómo criticarle por ello? Lo que espero es que ambos principios guíen el probable retorno a las urnas en julio. Y es que no me tranquiliza nada que reconvoque las elecciones en mitad de un estado de alarma. Ni entiendo su apresurado intento por llenar algunas aulas contra la opinión de padres y profesores. ¿Tal vez porque sería demasiado fuerte reabrir los colegios para votar?
Lehendakari, trabaje duro con los suyos para que no tengamos que arrepentirnos de citarnos a votar en julio. Y, por ejemplo, no fuerce a personas mayores de grupos de riesgo, que siguen prácticamente en cuarentena total por prevención, a jugársela pasando doce horas en una mesa electoral. ¡Suerte!