Según la encuesta elaborada por Sigma Dos, en los comicios vascos se repetirá la disputa por la mayoría absoluta entre el bloque gobernante y los partidos constitucionalistas. La coalición PNV-EA obtendrá menor respaldo (45,5%) que los dos partidos constitucionalistas (45,6%). Sólo un 11,1% de los vascos apoya un gobierno PP-PSE.
La aprobación del plan Ibarretxe en el Parlamento vasco dará paso la próxima primavera a una nueva cita electoral en el País Vasco, en la que se apuntan ligeras aunque significativas novedades en el reparto de la tarta electoral, con el ascenso del voto socialista y el incumplimiento de las expectativas de crecimiento espectacular de la coalición PNV-EA, que sólo se ve favorecida en parte por la más que previsible imposibilidad de que la ilegalizada Batasuna se presente a las elecciones.
Con los resultados más ajustados que nunca, en los comicios vascos se repetirá la disputa por la mayoría absoluta entre el bloque gobernante y los partidos constitucionalistas, según la encuesta elaborada para EL MUNDO por Sigma Dos. Los datos, obtenidos los días 4 y 5 de enero, en el primer sondeo realizado tras el sí de la Cámara vasca al proyecto de libre asociación con España, apuntan a un descenso de la representación nacionalista, dado que PNV y EA, con un 45,5% de los votos, no logran absorber todo el electorado de Batasuna, y a un mayor respaldo cosechado por las opciones constitucionalistas, con un 45,6%.
La suma de los escaños obtenidos por PSE y PP permitiría, en la hipótesis más favorable para los populares, un gobierno constitucionalista con 39 escaños, uno por encima de la mayoría absoluta, gracias al incremento del voto socialista y a la resistencia del PP a ceder el espacio electoral conquistado en 2001 con Mayor Oreja.
El PSE, con su alternativo plan Guevara, es la formación con mejor comportamiento, arrastrada por la victoria del 14-M. Los partidos de implantación nacional han logrado en el País Vasco, cita tras cita, trasladar los éxitos obtenidos en las generales y los próximos comicios no serán una excepción para Patxi López. Los socialistas pasan de un porcentaje de votos del 17,9% a un 23,1% y de sentar a 13 representantes en el Parlamento a 18.
Estos buenos resultados son, sin embargo, más moderados que los apuntados por el Euskobarómetro (un estudio de la universidad vasca) que en julio otorgaba 23 escaños al PSE en perjuicio del PP, que se quedaba con 15.
Para los populares, la confirmación de la intención de voto del sondeo de Sigma Dos (entre 18 y 21 escaños) supondría un espaldarazo, porque sus expectativas de crecimiento, con el socialismo vasco al alza, y tras la derrota en las generales son escasas. El territorio de Alava, donde los populares gobiernan en minoría la Diputación foral y el Ayuntamiento de Vitoria, se confirma como el bastión de los de María San Gil.
El relevo en la dirección del PP y la pérdida de una figura carismática como Mayor Oreja no arroja un balance tan negativo como cabría esperar, tal vez porque a San Gil no le han dolido prendas a la hora de declararse heredera del histórico dirigente del PP vasco. El mantenimiento del discurso de firmeza ante el nacionalismo, más aún tras la aprobación del plan Ibarretxe, se advierte como una buena inversión de los populares.
La suma del porcentaje de voto de PSE y PP alcanza un 45,6%, por encima del 45,5% de la coalición PNV-EA, que se haría con el monopolio nacionalista. El crecimiento del respaldo socialista y la pérdida de menos de un punto del PP provocaría que el nacionalismo perdería su hegemonía pese a la ilegalización de Batasuna.
Un gobierno PP-PSE sólo cuenta, no obstante, con las preferencias del 11,10% de los encuestados, frente a la opción más apoyada, un pacto PNV-PSE, que logra un 31,30%. Los votantes socialistas son los más partidarios de este camino (54,6%).
El refrendo que el lehendakari pretende para su plan quedaría en entredicho con los resultados de la encuesta. PNV y EA necesitarían, de nuevo, para conformar una mayoría en la Cámara vasca, a los tres parlamentarios de Ezker Batua. Con una horquilla de entre 33 y 36 escaños (el último representante estaría en liza entre la coalición nacionalista y el PP en cada territorio), los partidos de Josu Jon Imaz y Begoña Errazti confirmarían que cuentan con una sólida base electoral, pero también que el plan Ibarretxe no aporta valor añadido a sus propuestas.
La fidelidad del voto de Ezker Batua es otra nota llamativa del sondeo, porque la coalición repite porcentaje de voto, un 5,6%, y los tres representantes. Todo ello, después de recaer en repetidas contradicciones como sumarse a un gobierno de PNV-EA, defender el federalismo de libre adhesión ante la indiferencia de sus socios y colaborar en la aprobación del plan. Los votantes de EB se muestran ajenos a las declaraciones del líder de IU, Gaspar Llamazares, que ya ha anunciado su voto en contra.
El análisis por territorios, donde se registran comportamientos electorales singulares, arroja algunos datos significativos, sobre todo si se tiene en cuenta que los 75 parlamentarios vascos se reparten a partes iguales en las tres circunscripciones. Además del referido apoyo al PP en Alava, donde crece su porcentaje de voto en mayor medida que el del PSE, destaca la subida de este último en Guipúzcoa.
Las tesis del plan López parecen satisfacer más a los sectores más vasquistas del PSE. También en Guipúzcoa se refleja en mayor medida el trasvase de votos de Batasuna a PNV-EA, que roza un espectacular 50%. En Vizcaya, feudo del PNV, sobre todo en el ámbito rural, crecen tanto la alianza nacionalista como el PSE, mientras el PP registra peor comportamiento.
EL MUNDO, 10/1/2005