Este acuerdo con el partido de Otegi es otra vileza, otra inmoralidad y otra traición a las víctimas del terrorismo por parte de Sánchez
El PSOE otorgó la semana pasada a Bildu el privilegio de anunciar en primicia el acuerdo alcanzado entre ambos partidos para reformar la Ley de Seguridad Ciudadana, la conocida como ley mordaza, a cambio de que Bildu apoye los Presupuestos Generales del Estado, a la espera del (improbable) apoyo del resto de fuerzas aliadas de Sánchez. Así que ante la incertidumbre que genera el trámite presupuestario, el PSOE ha preferido regalar a Bildu el protagonismo que la coalición deseaba, de modo que haya podido ser la coalición independentista heredera de la banda terrorista ETA la encargada de anunciar la modificación de la ley que rige y ordena la seguridad ciudadana en España; o sea, que el PSOE ha acordado con los herederos de ETA no ya la seguridad ciudadana de los españoles sino cómo deberán comportarse nuestros policías ante los manifestantes. Y lo ha hecho, además, voluntariamente, porque nada obligaba al PSOE a tener que pactar nada con Bildu, y mucho menos a facilitar que los proetarras fueran quienes lo comunicaran a la opinión pública. Si el PSOE de Sánchez tuviera límites morales se describiría este hecho como la superación del penúltimo de todos ellos, pero es que carece absolutamente de tales, como se ha ido viendo con el transcurrir de los años. O sea, que es otro nivel… de bajeza moral y de cinismo.
Las pelotas de goma
El acuerdo afecta a los cuatro puntos concretos que provocaron que tanto EH Bildu como ERC se apartasen del acuerdo alcanzado entre el Ejecutivo y el resto de socios de investidura en 2023 y que ahora se han solventado mágicamente: la supresión de determinadas sanciones a los manifestantes que tengan ciertos comportamientos o utilicen determinadas expresiones ante la Policía; el paso de infracción grave a leve de la desobediencia a la autoridad y a sus agentes; la supresión de las pelotas de goma por parte de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado; y finalmente, acabar en seis meses con las devoluciones en caliente.
Así que el PSOE acepta hacer ahora aquello a lo que ha venido negándose durante los seis años y medio que lleva en el Gobierno de España para reformar una ley que aprobó el PP hace nueve años y que prometió derogar en cuanto llegara a la Moncloa pero que ha estado vigente mucho más tiempo con Sánchez que con el PP. Lo cual vuelve a demostrar que el PSOE irá cediendo cuanto sea necesario a cambio de permanecer en la Moncloa. Irá cediendo o hará como que cede, que esa es otra, porque la mentira forma parte del instrumental habitual de los socialistas en sus relaciones no sólo con sus adversarios, sino también con sus socios, a los que engaña siempre que el engaño favorece sus intereses.
Más parece buscar el fortalecimiento de una alianza estratégica para los próximos años que la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado, cosa que parece improbable
Es tanto qué se pacta (la seguridad ciudadana de los españoles) como con quién se pacta, nada menos que con EH Bildu, coalición heredera de ETA cuyo coordinador general Arnaldo Otegi fue condenado por pertenencia a banda terrorista y cuya portavoz en el Congreso de los Diputados, Mertxe Aizpurua, exeditora de Egin y exdirectora de Gara, lo fue por enaltecimiento y apología de ETA. Pactar con esta chusma cómo deben comportarse los policías o la supresión de las pelotas de goma para evitar «lesiones irreparables» y concederles el privilegio de anunciar la primicia para fortalecerlos electoralmente y ganar simpatías entre los suyos solo puede ser considerado otra infamia. Cuando además resulta que la supresión de las pelotas de goma no necesitaba más que la decisión unilateral del Gobierno de España de suprimirlas. Y no lo han hecho hasta ahora.
Esta relación fraternal y carnal entre el PSOE y Bildu es algo más que un simple pacto puntual sino que es una estrategia de fondo y a largo plazo, para blindar la permanencia de Pedro Sánchez en la Moncloa. Como Franco, terminará muriendo en la cama. Y más parece buscar el fortalecimiento de una alianza estratégica para los próximos años que la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado, cosa que parece improbable. Y en este marco parece que se circunscriben las excarcelaciones fraudulentas de etarras que siguen sin arrepentirse y sin colaborar con la Justicia, decididas estos días por el Departamento del Gobierno Vasco que dirigen los socialistas; los últimos, Harriet Iragi y Luis Mariñelarena, dentro de una lista de más de veinte durante este año.
Iragi fue condenado por los asesinatos del concejal del PP en Málaga José María Martín Carpena, del fiscal jefe de Andalucía, Luis Portero García, y del coronel del Ejército del Aire Antonio Muñoz Cariñanos. Por su parte, Mariñelarena cumple condena por participar en el asesinato del que fuera vicelehendakari del Gobierno Vasco, el socialista Fernando Buesa, y del de su escolta Jorge Díez. Los terceros grados a Iragi y Mariñelarena han sido los primeros autorizados por el Departamento de Justicia y Derechos Humanos de la socialista María Jesús San José, incorporada convenientemente al know how nacionalista.
Es otra cesión a Bildu, en este caso, ante una de sus reivindicaciones históricas. Y otro cambio de opinión de Sánchez, quien se comprometió en su día a que los etarras cumplieran íntegras sus condenas
Y, según acabamos de saber, el Gobierno de España ha colado la reforma legal que le exigía Bildu para reducir en unos cuatrocientos años las condenas de prisión de más de cuarenta etarras que cumplieron penas en Francia, Txapote, Gadafi y Anboto, entre otros sanguinarios miembros de ETA con delitos de sangre, de modo que los años cumplidos en Francia se descuenten del total de la pena. Tras aprobarse en el Congreso de los Diputados de manera encubierta, falta el refrendo definitivo del Senado. Cada uno defiende a los suyos y los de Bildu no disimulan: no van a parar hasta ver cuanto antes a todos los miembros de ETA en la calle. Y el PSOE ha comprado la ecuación «presos por presupuestos» que explicó en su día Otegi. Es otra cesión a Bildu, en este caso, ante una de sus reivindicaciones históricas. Y otro cambio de opinión de Sánchez, quien se comprometió en su día a que los etarras cumplieran íntegras sus condenas.
Como la propia relación entre PSOE y Bildu, este acuerdo es otra vileza, otra inmoralidad y otra traición a las víctimas del terrorismo por parte de Sánchez. Y todo ello «a costa de la democracia española», como acaba de señalar The Economist y damos fe quienes lo sufrimos desde que alcanzó la Moncloa en 2018.