Las declaraciones de Francisco Correa ayer en la Audiencia Nacional, en el juicio por el caso Gürtel, donde entre otras cosas admitió la financiación de campañas electorales en Pozuelo de Alarcón y en Majadahonda (Madrid), fueron misiles en la línea de flotación de PSOE y Ciudadanos, que navegan rumbo a facilitar la investidura de Mariano Rajoy. Pero lejos de mostrarse incómodas, las dos formaciones hicieron borrón y cuenta nueva y justificaron que lo desvelado por el cabecilla de Gürtel ya era conocido y, por tanto, no cambia el panorama político.
«[Las declaraciones de Correa] vienen a confirmar lo que se sospechaba, que había una estructura planteada en el seno del PP para delinquir», apuntó Mario Jiménez, portavoz de la Comisión Gestora del PSOE. «Nos preocupa como ciudadanos», se limitó a decir, en la línea de los últimos días, en la que la nueva dirección socialista no arremete contra el PP por la corrupción.
Las declaraciones de la Audiencia Nacional imprimen tensión al cisma interno del PSOE, en pleno debate sobre si pasan del no a Rajoy a la abstención. El líder del PP cuenta con 170 apoyos (PP, Ciudadanos y Coalición Canaria) y necesita, al menos, 11 abstenciones más.
Jiménez, hombre muy próximo a Susana Díaz, no quiso entrar a valorar cómo puede afectar el juicio de Gürtel al debate interno del PSOE. «No me corresponde a mí determinar la posición» del partido, «me pronunciaré en el Comité Federal, que tomará esa decisión teniendo en cuenta todos los elementos».
En la misma línea de pasar página por la falta de novedad se manifestó el diputado Pedro Saura, portavoz de Economía. «Lo que está pasando ya lo conoce todo el país», esgrimió en una entrevista en La Sexta.
Más complejo es el papel que le corresponde representar a Ciudadanos. El partido naranja es el socio de investidura del PP. Las informaciones que se van conociendo provocan que cada día los portavoces de la formación deban responder si mantienen su compromiso de votar sí. Y lo mantienen. No muestran atisbos de dudas. Ayer, mientras Correa explicaba los hechos, José Manuel Villegas, vicesecretario general de Ciudadanos, ratificaba que no se replantean su posición. «Las declaraciones del señor Correa es un tema muy grave pero lamentablemente no novedoso. Ya se sabían o conocían», justificó en el Congreso.
Ciudadanos intenta que cale la idea de que su pacto con el PP servirá para controlar a los populares. Es el mensaje al que se agarran: las revelaciones de Correa «confirman la decisión de C’s de no entrar en un Gobierno sin regeneración y cambio». Sin embargo, sí permitirán que se forme ese Ejecutivo.
Frente a la tibieza de PSOE y Ciudadanos, Podemos criticó con dureza al PP y, también, a los socialistas, en su propósito de situarse como líder de la oposición. «Correa lleva a juicio lo que se decía en las calles: el PP es corrupción y Génova, su casa. ¿Quiere también el PSOE ser huésped del delito?», reflexionó Pablo Iglesias en las redes sociales.
«[Las declaraciones de Correa] me avergüenzan como español y como ciudadano, pero hay que reconocerle su honestidad cuando dice que pasaba mas tiempo en Génova que en su casa y que financiaba al PP de la Comunidad Valenciana con unas artes que se parecen más a las de las series», completó Íñigo Errejón en declaraciones en el Congreso, en una alusión a la ficción Narcos.
Y lanzó un aviso al PSOE: «Quien apoye por activa o por pasiva al PP de Gürtel no puede mantener las manos limpias». Para Errejón, el Gobierno «injusto y corrupto» de Rajoy «no se merece ni siquiera una abstención vergonzante».
A la filosofía de pasar página se apuntó el mismo PP. María Dolores de Cospedal defendió que «se están juzgando acontecimientos que ocurrieron hace muchos años». «Con legítimo orgullo podemos decir que en este partido todos los que tienen que ver con ese procedimiento ya no están en nuestra casa hace muchos años», añadió la secretaria general popular, desligándose de la trama que se juzga. Sí expresó su deseo de que «se diriman todas las responsabilidades penales».