Antonio Jiménez-El Debate
  • A perro flaco todo son pulgas y Sánchez empieza a sentir la presión de la justicia en su cogote mediante los casos de su mujer, hermano y del Fiscal General del Estado, todos camino del banquillo este otoño y todos «declarados inocentes y absueltos» por él mismo, erigiéndose en juez y parte

En Francia dos presidentes, varios primeros ministros y otros tantos titulares de carteras ministeriales han sido juzgados, condenados o absueltos por delitos de corrupción en los últimos 30 años. Recientemente, Marine Le Pen, fue también inhabilitada políticamente aunque su condena está recurrida y su candidatura a la Presidencia, mientras tanto, sigue amenazada por esa sentencia.

Dos presidentes de la República, Chirac y Sarkozy, están condenados, el primero a dos años de cárcel que no cumplió por su avanzada edad, y al segundo acaban de imponerle cinco años de prisión, que cumplirá en arresto domiciliario y con una pulsera en el tobillo, por asociación ilícita y financiación ilegal de su campaña electoral al Elíseo con dinero de la Libia de Gadafi en 2007.

A diferencia de lo que lamentamos y sufrimos en la España sanchista, en Francia ningún gobierno de la V República orquestó campañas contra la prensa que denunció los abusos de poder de presidentes y ministros, ni contra los jueces, acusándolos como aquí de actuar por motivos políticos, lawfare, en las causas abiertas a esos dos presidentes y demás dirigentes conservadores y socialistas como los primeros ministros, Juppé, Fillon, Fabius etc . Y tampoco, ningún gobierno francés se planteó dinamitar la independencia judicial con reformas cuyo objetivo fuera controlar su poder e incluso someterlo al del ejecutivo y legislativo como pretende hacer Sánchez.

Sarkozy ha llevado un largo quinario judicial que concluye muchos años después de su paso por el Elíseo con una dura condena de privación de libertad por delitos fechados a partir de 2007. Sánchez debería ser consciente de que las barbas de su vecino galo han sido peladas con el paso del tiempo y que la justicia en Francia también es parsimoniosa, pero inflexible y que cuando deje la Moncloa, si antes no se le ha abierto ninguna investigación, se escrutarán algunas de sus decisiones y responsabilidades jurídicas en casos relacionados con la Venezuela de Maduro; la financiación de su campaña a la Presidencia de la Internacional Socialista con Zapatero de mullidor, que también acabará en la lupa de la justicia o de la propia financiación presuntamente irregular del PSOE, bajo sospecha por las mordidas y comisiones de sus dos lugartenientes en Ferraz y a bordo del Peugeot. Y por último también están las consecuencias derivadas de influir activamente en la contratación de su hermano, que será juzgada, y en los negocios privados de Begoña bajo el paraguas de su Presidencia .

A perro flaco todo son pulgas y Sánchez empieza a sentir la presión de la justicia en su cogote mediante los casos de su mujer, hermano y del Fiscal General del Estado, todos camino del banquillo este otoño y todos «declarados inocentes y absueltos» por él mismo, erigiéndose en juez y parte, tras obviar el detalle de que la última palabra sobre su inocencia o culpabilidad la dirán un jurado popular, la Audiencia de Badajoz y el Tribunal Supremo, respectivamente.

Por ahora se trata objetivamente de tres presuntos delincuentes y si hiciera caso a su ministro hooligan que dedica más tiempo a insultar y provocar a periodistas y oposición en las redes sociales que a arreglar el desastre ferroviario, habría dimitido ya o convocado elecciones, porque «quien defiende a un presunto delincuente no puede gobernar», afirmó Oscar Puente.

Sanchez defiende a tres presuntos delincuentes, no a uno, y su ministro lenguaraz y « macarra», claro está, no lo dijo por su jefe sino por Ayuso a la que Sánchez tilda de corrupta y pide que dimita, aunque su pareja no formara parte de su vida sentimental cuando defraudó presuntamente a Hacienda, al igual que relaciona a Feijóo con un narcotraficante por la foto de marras, hecha años antes de que esa persona fuera investigada y juzgada.

La acción de la justicia pegada a su sombra junto a la desafección parlamentaria de sus socios de investidura que no le van a aprobar los Presupuestos, pondrán a prueba esa resistencia de la que presume Sánchez para agotar la legislatura por el interés general, eso dice como excusa, y no por la necesidad de seguir parapetado tras el poder y contar con los resortes del Estado para defenderse de lo que le viene encima a su familia y a él en los próximos meses. Creo que no aguantará y frente a esa disyuntiva que irónicamente pudiéramos plantearnos entre el «yo de Sánchez o el caos», pocas dudas hay de que es mejor e imperioso elegir el «caos, el caos», con unas elecciones adelantadas para que los ciudadanos expresen su voluntad en las urnas, antes que la continuidad de Sanchez, dispuesto a morir matando en su intento por salvarse y generando más riesgos a una democracia cuyo deterioro avanza en la misma proporción que se fomenta la polarización y sube la crispación social. Y no olvide Sánchez que la justicia es lenta pero inexorable. Y si no que le pregunte a Sarkozy.