Según lo manifestado por el Gobierno en las últimas semanas, España se dispone a incrementar de forma muy importante su presupuesto de Defensa en los próximos años. Una iniciativa que partiría por una convicción propia del Ejecutivo del PP de que se deben elevar las partidas de Defensa, pero también por las obligaciones internacionales. La OTAN tiene fijado que todos sus miembros deben invertir el 2% de su PIB en este área antes de 2024 y el nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, lo ha pedido de forma explícita a sus aliados.
En el caso de España, Trump se lo reclamó directamente a Rajoy en la conversación que mantuvieron el pasado febrero, según informó la Casa Blanca en un comunicado, y el secretario de Defensa, James Mattis, se lo trasladó igualmente a la ministra María Dolores de Cospedal en la cumbre de la Alianza que se celebró en Bruselas ese mismo mes.
Tanto Moncloa como la propia Cospedal se han comprometido a impulsar ese incremento, que de realizarse supondrá un enorme esfuerzo para España. No en vano, el déficit sigue sin estar controlado y el presupuesto militar se ha desplomado durante la crisis. Siendo así, ¿puede realmente España dedicar el 2% de su PIB a Defensa?
Para empezar, hay que indicar que muy pocos países de la OTAN cumplen hoy en día ese objetivo. En un informe publicado por la Alianza el pasado año se recogía la relación de países que llegan a ese objetivo: Reino Unido, Estonia, Grecia y Polonia. Cuatro de 28 socios. España gasta oficialmente un 0,9% y debería emplear el doble.
Sobre esa meta, Félix Arteaga, investigador principal del Real Instituto Elcano, considera que dada la situación económica de España es muy difícil cumplir con el aumento, porque no sólo depende de la voluntad del Gobierno y «si se pasa forzando contra el contexto económico no sería lógico». Arteaga explica que «el porcentaje de gasto en defensa depende de si aumenta o disminuye la riqueza», así que en las condiciones económicas actuales se tendría que hacer un «esfuerzo excepcional que ahora mismo no es viable».
Pere Ortega, presidente del Centro Delàs de Estudios por la Paz, coincide en que llegar al 2% del PIB es una «demanda difícilmente asumible» y que en un país en el que seguimos padeciendo las secuelas de la crisis dedicar todos esos recursos a Defensa es demasiado.
También Antonio Fonfria, profesor de Economía Aplicada en la Universidad Complutense y especialista en Defensa, cree que «hacer compatible la economía actual con el aumento del gasto es difícil» y que antes que nada lo principal es «definir qué es gasto en Defensa», dado que «lo que contabiliza la OTAN no es lo mismo que lo que contabilizamos aquí».
Según las cifras de la OTAN, España invirtió 10.000 millones de euros en Defensa en 2016, unos números que se alejan mucho de lo reflejado por los Presupuestos, que lo sitúan en torno a los 5.700 millones. La razón de este desfase es que el primer dato incluye cuestiones como «las pensiones militares o los cuerpos paramilitares», partidas que no están recogidas en el presupuesto español, explica Ortega.
Por otro lado, la cifra que aparece en el presupuesto de Defensa dista mucho del ejecutado finalmente, ya que a lo largo del año el Ministerio aumenta las partidas mediante créditos extraordinarios que se aprueban por decreto ley y que destina a gastos como el de los programas especiales de armamento.
Este método, con el que según Fonfria se oculta parte del gasto, ha sido durante años objeto de crítica por parte de distintos grupos de la oposición, que interpusieron recursos en su contra en 2014 y 2015. En ambas ocasiones, el Tribunal Constitucional dio por nulos los créditos por no ver justificada la utilización de esa vía de financiación.
Los expertos explican que reflejar ese gasto extra en el presupuesto puede ser la vía por la que España eleve la cifra oficial sin emplear mucho más dinero. Ortega señala que «si se incorpora al presupuesto, se añade casi un 30% más de dinero», más de 20.000 millones, que es a lo que tiene que llegar Defensa.
Arteaga considera no obstante que la realidad de cada país es fundamental y que no se le puede exigir lo mismo a todos, ya que «España tiene una deuda y unos compromisos de déficit y está bajo la supervisión de Bruselas». Y además de la UE, está la opinión pública, otro factor a tener en cuenta, ya que la población suele mostrarse reacia a gastar más en Defensa. Según el CIS, el 40% afirma que lo que se dedica ahora ya es demasiado.
Esta disparidad de opiniones se refleja en los partidos políticos. Mientras que PP y Ciudadanos se muestran optimistas en cuanto a conseguir llegar al 2%, PSOE y Podemos consideran que elevar el gasto militar no puede ser una prioridad dada la situación económica de España. Y hay que recordar que la política de Defensa se realiza desde hace años con el consenso de los principales partidos.
Precisamente, Cospedal se refirió ayer a este asunto. En una conferencia, explicó que el incremento será progresivo y confió en que, de momento, se pueda aprobar esta legislatura una ley de sostenibilidad presupuestaria para asegurar la inversión en Defensa. Según dijo, espera contar para ello con el apoyo del PSOE y de Ciudadanos.
DIVISIÓN ENTRE LOS PARTIDOS
PP: a favor.
El portavoz en la Comisión de Defensa, Ricardo Tarno, defiende que «aún hay tiempo» para lograrlo y que el Gobierno lo afrontará cuando «el país se lo pueda permitir».
PSOE: en contra.
El portavoz socialista, Ricardo Cortés, cree que «España no está preparada» y apuesta por ser más «eficientes» en la gestión en lugar de «aumentar el gasto».
Podemos: en contra.
El ex general Julio Rodríguez afirma que el objetivo del 2% es «empezar la casa por el tejado» y recuerda que en época de crisis «la gente tiene otras prioridades».
Ciudadanos: a favor.
Miguel Gutiérrez, portavoz adjunto, lo apoya por ser un compromiso con la OTAN y rechaza la dialéctica de «invertir en tanques o dependencia»: «Hay que invertir en ambos».