JON JUARISTI-ABC

  • Al frente de un ministerio como el de Transportes, será siempre más peligroso un gafe que un mamporrero. O al revés

Santiago Abascal aclara que nada más lejos de su intención que pedir que a Sánchez le cuelguen por los pies. Precisión innecesaria para la mayor parte del género humano exceptuando la Internacional. A mí, Pachi y compañía me recuerdan aquel personaje de Tom Sharpe que se tomaba el lenguaje figurado en sentido literal y que, cuando oía: «hay que romper puentes con Irlanda», se ponía a volar las pasarelas sobre el Canal del Ulster.

Esto de los puentes, y mejor si son viaductos, lleva a pensar inevitablemente en el ministro de Transportes, o sea en los transportes de Óscar Puente, y no me refiero a la mala racha que arrastran sus trenes, de lo que no tiene la culpa él, sino quien le ha puesto donde está. Siempre he sostenido que, en este tipo de ministerios, es más peligroso un gafe que un mamporrero, y Puente es un Jonás, un caso de manual de inquisidores, de aquellos que si compran un circo les crecen los acondroplásicos.

Pero no hablo de transportes por carretera o por ferrocarril, sino de los transportes líricos (en el sentido de embeleso o enajenación poética) que tiran de Puente hacia el mundo de la metáfora florida, como si se tratara de un Abascal de izquierda. Por ejemplo, cuando afirma, refiriéndose a la entrega sociata de Pamplona a Bildu, que a él no le inquieta que «una fuerza progresista y democrática se haga con el gobierno de una capital de provincia española». Es obvio que Puente habla de sí mismo, respirando por la herida. Era alcalde de una capital de provincia española, y dejó de serlo por un pacto del PP con Vox, a pesar de haber sido el más votado. Eso duele, que se lo digan a Feijóo. Sin embargo, lo de llamar a Navarra «capital de provincia española» no se lo van a perdonar, no ya sus enemigos de la derecha, que consideran a Pamplona capital histórica del Viejo Reino de Navarra, sino sus aliados de Bildu, para quienes ‘Iruña’ es la capital histórica del País Vasco (‘Euskal Herria’, en su jerga) y la futura capital del Estado vasco independiente, la Pintxolandia del siglo XXI.

Cuidadito con los de Bildu, Puente, que son de los que te la guardan, si lo sabré yo. En 2018, Macron presentó al Papa su ministro de Exteriores, el bretón Jean-Yves Le Drian, con el chistecillo: «Les Bretons, c’est la mafia française». Francisco no se rió, porque en Italia la mafia no tiene gracia. Bildu es la marca blanca de ETA, es decir, de la verdadera mafia española, dedicada durante medio siglo a la extorsión y al crimen. De progresista y democrático tiene Bildu lo que Navarra de provincia. Ándese con ojo, Puente, y no ofenda, no lo vayan a colgar un día por los pies del viaducto de Areso, por ejemplo. Sólo para darle un susto y con soga elástica, por hacer un chiste a la navarra, un chiste ‘cojonudo’, como los espárragos de la tierrica. Un Óscar Puenting, vamos.