Antonio Casado-El Confidencial
- Si fuese extraditado, el horizonte penal del prófugo sería más llevadero que el de sus cómplices del golpe al Estado de 2017. Y tendríamos un nuevo proceso eruptivo del independentismo
Los indultos a los condenados del ‘proces’ y la jaleada política del «reencuentro» de Pedro Sánchez vendrían a ser una acolchada pista de aterrizaje para que el prófugo de Waterloo recobrase el protagonismo perdido poniendo fin al autodestierro. Dicho sea en el hipotético caso de que la justicia italiana finalmente se tome en serio la «euroorden» y decida entregarlo a España.
La vista ha sido convocada para el próximo 4 de octubre. Hasta entonces, en libertad. La corte de Sassari pide tiempo. Decidirá con base en un informe del juez Llarena, la sentencia del Tribunal de Justicia de la UE sobre la perdida inmunidad del eurodiputado, vigencia de la «euroorden», cuestión prejudicial de Llarena a ese Tribunal y la comparativa de delitos extraditables de la lista europea, así como respecto al Código Penal italiano («sedición», no, pero sí «subversión» del orden democrático).
Si fuese extraditado, el horizonte penal de Puigdemont sería más llevadero que el de sus cómplices en la trama política y civil del golpe al Estado de 2017. Algo parecido al mal que por bien no venga del ‘expresident’. Tendríamos asegurado, eso sí, un nuevo proceso eruptivo del independentismo. No descartable, aunque de menor intensidad si esta corte de apelación siguiera los pasos de los jueces belgas y alemanes.
Aliviado por la libertad condicional de Puigdemont, Sánchez se va a las generales de la ley: respeto a la Justicia y reivindicación del diálogo
Con carácter preventivo, el presidente de la Generalitat, Pere Aragonés, en apremiante y solidario viaje a Cerdeña, vuelve a hablar de “represión” del Estado y advierte de que “la mesa está tocada” tras la detención de Puigdemont en el aeropuerto de Alguer. Las vísperas del paso de los PGE 2022 por el Congreso confieren a esas palabras un claro carácter conminatorio: los 13 diputados de ERC podrían anteponer la causa secesionista a la supervivencia de Sánchez en la Moncloa.
Aliviado por la libertad condicional de Puigdemont, hasta el momento el Gobierno no ha acusado recibo de la amenaza. Sánchez se refugia en las generales de la ley: respeto al funcionamiento de la Justicia propia o ajena y reivindicación del diálogo como forma de superar la fase del ‘procés’. Una mal disimulada muestra de que la detención del prófugo de Waterloo provocó este viernes un enjambre sísmico con tendencia a patear el tablero y desestabilizar a los jugadores.
Sobran dudas y faltan certezas porque la letra y el espíritu de la «euroorden» son interpretables, como ya vimos en Bélgica y Alemania
Sin embargo, algunos creemos que la onda expansiva del caso Puigdemont, con extradición o sin ella, no dará lugar a males mayores en una sociedad catalana con evidentes señales de fatiga. Pero nunca se sabe tratándose del llamado «conflicto catalán». Parafraseando a Marx cuando habló de la religión como «opio del pueblo», el identitarismo es el opio de los líderes nacionalistas. Las patrias envenenan los sueños de las élites, como la religión y las ideologías. Así que vaya usted a saber cómo reaccionarían los aliados de Sánchez (nacionalistas y populistas de izquierdas) si Puigdemont es extraditado a España.
Respecto al desenlace sobran dudas y faltan certezas porque ya hemos comprobado en lances precedentes (Bélgica, Alemania, Escocia) que el espíritu y la letra de la llamada «euroorden» son interpretables. Nadie sabe si la retirada de la inmunidad de este eurodiputado, decidida por el propio Parlamento Europeo y ratificada por el Tribunal de Luxemburgo (30 julio 2021), es suficiente o no es suficiente para poner al presunto delincuente a disposición de nuestro Tribunal Supremo.
Si los planos policiales y judiciales son resbaladizos, ni les cuento el grado de viscosidad del caso en el plano político. El primer descolocado es el Gobierno de Sánchez, que fía su blindaje parlamentario a la complicidad de ERC. Sánchez teme que, en plena negociación de los PGE, vuelva la carrera de sacos con Junts por ver quién es más patriota frente al nuevo agravio de lo que Puigdemont calificaba de «monarquía bananera» en vísperas de su detención