Incluso en Sant Jordi, fiesta que debería tener a la literatura como único protagonista, el presidente de la Generalitat encontró un resquicio para avivar su enfrentamiento con el Gobierno.
Aprovechando el tradicional mensaje que el jefe del Ejecutivo catalán pronuncia al principio de esta jornada festiva, Puigdemont cargó ayer contra los «herederos políticos de los que persiguieron la cultura catalana durante décadas».
Esta afirmación llega después de que la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, visitase el viernes Barcelona para respaldar la candidatura de Sant Jordi como Patrimonio Inmaterial de la Unesco.
El presidente de la Generalitat aseguró que si la fiesta acaba consiguiendo el reconocimiento de la Unesco, será gracias «a los que la mantuvieron en momentos difíciles, cuando editar un libro en catalán era un riesgo».
Puigdemont también llamó a los catalanes a «demostrar al mundo quiénes son». Asimismo, reivindicó a Cataluña como «un país culto que hace del libro y de la rosa sus armas más poderosas».
El mensaje institucional careció de referencias explícitas al proceso independentista, pero Puigdemont sí las realizó durante un encuentro con los corresponsales en el Palau de la Generalitat que también se está convirtiendo en habitual cada Sant Jordi y que ya Artur Mas utilizaba para impregnar de política la Diada de la cultura.
Ante los corresponsales, Puigdemont simplemente ratificó su intención de convocar y celebrar el referéndum a pesar de la oposición del Gobierno y el previsible veto del Tribunal Constitucional a una nueva votación fuera de la Ley.
«No contemplo ningún escenario que no sea votar», dijo el presidente de la Generalitat. «No nos vamos a ir a casa, no vamos a dejarlo», añadió, para insistir en que no tiene intención alguna de ceder ante las presumibles trabas del Gobierno a la consulta.
Puigdemont incluso admitió que ya tiene varias fechas en mente para situar el referéndum de autodeterminación, aunque se negó a revelarlas. Sí recalcó que su intención es anunciar la fecha antes de las vacaciones estivales.
Aun así, Puigdemont reafirmó que no contempla la declaración unilateral de independencia, porque esa vía facilitaría el veto del Gobierno.
Ahondó en la necesidad de seguir intentando una negociación con el Gobierno en su tercera aparición pública de la jornada, la que se produjo en una de las múltiples paradas que las organizaciones independentistas situaron por las calles de Barcelona para recoger firmas a favor de la celebración del referéndum.
«Nos interesa poder pedir al Estado con muchos apoyos lo que vamos a pedir: que se siente a negociar, que hablemos, que resolvamos los conflictos como hacen las democracias maduras, que es votando», dijo el presidente de la Generalitat, quien confió en que el Gobierno se sentirá interpelado.