Puigdemont invitará a diputados británicos a seguir ‘en directo’ su referéndum

EL CONFIDENCIAL 05/04/17

· Tebbit es un supremacista británico partidario de defender con uñas y dientes sus colonias, no en vano formó parte del Gobierno que inició la guerra de las Malvinas

A río revuelto, ganancia de pescadores. Si algo está de moda en el Reino Unido es el Brexit. Y luego, el referéndum catalán. Al menos, eso es lo que ‘vende’ bajo mano la propia Generalitat de Cataluña. Esa percepción se ha visto reforzada después de que el conservador exministro de Trabajo con Margaret Thatcher Norman Tebbit escribiese en su columna semanal de ‘The Telegraph’ que si estuviese en el lugar de la ‘premier’ británica, Theresa May, invitaría “a los líderes del movimiento soberanista catalán a Londres o incluso llevaría su voluntad de independencia a la ONU. Los catalanes son diferentes de los españoles. Son gente abierta que ya comerciaba con Cornualles y Gales hace mil años”. Tebbit es un supremacista británico partidario de defender con uñas y dientes sus colonias, no en vano formó parte de un Gobierno que inició una guerra para no desprenderse de las Malvinas y que es partidario de que el Reino Unido declare la guerra a España para que Gibraltar siga siendo su colonia.

Pero el mayor apoyo que tienen los independentistas catalanes en el Reino Unido es el Scotch Nacional Party (SNP). Uno de sus líderes, George Kerevan, exlaborista, se entrevistó ayer con Carme Forcadell en la sede del Parlamento catalán. Kerevan llegó a Barcelona invitado por el Gobierno de la Generalitat y acompañado por el ‘embajador’ catalán en Londres, Sergi Marcén. Tras la reunión, el escocés manifestó su “solidaridad” con Forcadell en el proceso que tiene pendiente en los tribunales por desobedecer al TC y aseguró que “los conflictos políticos se han de resolver con diálogo y no con los tribunales”.

Kerevan es también presidente del grupo de debate sobre Cataluña del Parlamento británico, un foro que agrupa a 15 diputados pertenecientes a seis partidos (de ellos, seis son del SNP) y a seis miembros de la Cámara de los Lores (cuatro de ellos, liberal-demócratas, y uno, del Plaid Cymru). La conferencia inaugural de este grupo fue pronunciada, precisamente, por el consejero de Asuntos y Relaciones Institucionales y Exteriores catalán, Raül Romeva, hace dos semanas. Su constitución se fue cociendo durante los últimos meses, después de que Sergi Marcén fuese nombrado nuevo delegado (o ‘embajador’) de la Generalitat en Londres.

Este grupo presentó ya dos mociones en el Parlamento británico sobre el tema catalán. Una de ellas, en diciembre pasado, era para apoyar a Carme Forcadell. La otra, a mediados del mes de marzo, era para denunciar las multas e inhabilitaciones a Artur Mas, Francesc Homs, Joana Ortega e Irene Rigau. Una representación de estos parlamentarios será invitada a Barcelona para que viva desde la tribuna de honor los preparativos y la materialización del referéndum de secesión. Se desconoce, por el momento, cuántos diputados de ese grupo viajarán a Cataluña, aunque su presencia ya está confirmada en el Gobierno catalán.

La estrategia de ‘hacer lobby’
La frenética actividad de Sergi Marcén en la capital británica es la clave de ese ascendiente que tiene el tema catalán en el Parlamento de aquel país. Además, las tradicionales relaciones entre los partidos independentistas de Escocia y de Cataluña han abonado el terreno, ya que esos enlaces vienen de hace años. Fuentes conocedoras de la actividad de la Generalitat señalan que existe una “agenda oculta de Romeva”, que no se puede contar porque podría incurrir en responsabilidades incluso penales, puesto que las relaciones de diplomacia pública son competencia exclusiva del Estado español y las comunidades autónomas no pueden pisar ese terreno. De ahí que la estrategia de la Generalitat en estos momentos “es ‘hacer lobby’. Romeva conserva muchos contactos de su época de eurodiputado y los está aprovechando para crear grupos de apoyo al referéndum entre parlamentarios de diversos países”.

De momento, el Ejecutivo catalán cuenta con ‘grupos de amigos’ en tres parlamentos europeos: Suiza, Finlandia y Estonia. A ellos se suma ahora el grupo de debate del Parlamento británico. “Lo malo —advierte otra fuente— es que los aliados de los separatistas acaban siendo la gente de extrema derecha, como el Tea Party en Estados Unidos, la Liga Norte en Italia o los Finlandeses Verdaderos en Escandinavia”.

Admiten algunas fuentes que, “evidentemente, hay una conjunción de intereses en estos momentos entre Reino Unido y Cataluña. Porque lo que dijo Tebbit sobre llevar la independencia de Cataluña a la ONU es una perita en dulce para los catalanes”. Y a la Generalitat no le importaría llegar a la ONU de la mano de quien sea. Eso es lo de menos: lo importante es llegar. Pero advierten de que “el tema de Gibraltar es una cosa, el Brexit es otra y no se han de mezclar. Por otra parte, el tema de Cataluña es un asunto interno de España. La gran diferencia es que Gibraltar requiere de una solución diplomática y Cataluña no, porque no entran en escena relaciones internacionales”.

Al margen, hay toda una ofensiva para captar aliados en las instancias internacionales. Alfred de Zayas, un experto independiente del Alto Comisariado de los Derechos Humanos de la ONU, escribió el pasado 30 de enero a Ana María Menéndez, embajadora de España ante la ONU, una curiosa carta en la que expresaba «mi preocupación por algunas de las informaciones que sigo recibiendo alegando que una campaña difamatoria denominada ‘operación Cataluña’ contra dirigentes políticos catalanes estaría actualmente teniendo lugar con el objetivo de frenar el proceso independentista catalán. Si bien entiendo que el proceso participativo sobre el futuro político de Cataluña, con fecha 9 de noviembre de 2014, fue declarado ilegal por las autoridades del Estado, también estoy preocupado por el hecho de que los juicios contra antiguos dirigentes políticos que organizaron el referéndum continúen”. La carta se escribió días antes de iniciarse el juicio contra Artur Mas, en un intento desesperado por internacionalizar el ‘procés’. Quien había enviado varias misivas a este experto —que solo trabaja puntualmente con la ONU— fue el Cercle Català de Negocis (CCN), una de las entidades que mueven lo que se ha dado en llamar la ‘sociedad civil’ a favor de la independencia.

Mentiras y medias verdades
En su misiva, el experto independiente de la ONU acababa diciendo: “Me preocupa que el actual clima político en España no parece conducir a una solución del debate en curso. Con un espíritu de diálogo constructivo sobre estas cuestiones, quisiera reiterar mi disponibilidad para discutir la situación actual en el contexto de las obligaciones de España en virtud del derecho internacional de derechos humanos”. En otras palabras, se autopropone como ‘mediador’ en el conflicto. Para los conocedores de la situación, “lo malo es que si alguien hace caso en los organismos internacionales a los informes que les hacen llegar sobre la situación en Cataluña, el receptor no contrasta las informaciones, puesto que estas le llegan desde alguna instancia oficial y da por hecho que son correctas. Pero la verdad es que los independentistas juegan en el escenario internacional con mentiras y con medias verdades”.

En mayo de 2016, por ejemplo, Puigdemont pronunció en Londres una conferencia que fue el pistoletazo de salida para una nueva estrategia en la capital británica. Puigdemont dijo textualmente: “El proyecto independentista de Cataluña es la revolución democrática más potente que hay actualmente en Europa y, para ilustrarlo, les podría añadir que además es una revolución tranquila, hecha con traje y corbata y con camiseta, donde participan ciudadanía e instituciones, clases populares, clases medias y empresarios del país. Esta realidad es la que más inquieta a Madrid, porque es consciente de que este movimiento es imparable”.

El ‘president’ también afirmaba que el culpable de la situación es el Estado español, por haber dictado la sentencia del Estatuto y haber rechazado el pacto fiscal de 2012. Ese año, afirmó, “nuestro Parlamento aprobó una propuesta de Pacto Fiscal, una especie de concierto económico al estilo del que ya tienen dos regiones españolas, como el País Vasco y Navarra, que les permite recaudar y gestionar todos sus impuestos. La propuesta que salió de Cataluña, con un amplísimo consenso parlamentario y social, trataba de acabar con el déficit fiscal que ha padecido Cataluña los últimos 30 años: cada año, de media, una cifra equivalente al 8% del PIB catalán de los impuestos que hemos pagado los catalanes se lo ha quedado el Estado sin compensación”. En otras palabras, el ‘España nos roba’ y los famosos 16.000 millones de euros de déficit, afirmación cuanto menos nada rigurosa, ya que en esas cuentas no se incluyen las pensiones que paga el Estado a los catalanes, las percepciones de desempleo abonadas o los servicios que presta el Estado y que hubiesen tenido que ser sufragados por Cataluña.

Puigdemont también aseguró en Londres que en las últimas autonómicas los partidarios de la independencia obtuvieron el 47,74% de los votos frente al 39,17% de los contrarios, afirmación que no deja de ser tendenciosa y no se ajusta a la realidad. El discurso fue ‘comprado’ por un sector de los británicos. Y ahora, el propio Gobierno británico puede utilizar el tema como arma arrojadiza contra España y su veto sobre el tema de Gibraltar.