Si alguien creía que Sánchez había logrado un nuevo clima de convivencia, concordia y diálogo en Cataluña le recomiendo que vea la intervención del golpista fugado que TV3 retransmitió, of course, en directo. Desde el municipio francés de Elna, fuertemente vinculado al separatismo catalán – Catalunya Nord, llaman a esa parte de la república gala – Puigdemont ha anunciado que se presentaba a las elecciones catalanas arropado por los de Junts, el Consell de la República y esa brigadilla de sexagenarios que suele acudir llueva o haga un sol sahariano a todo lo que organiza la extrema derecha ex convergente.
Ha tildado de cobardes tanto a PP como al PSOE, ha dicho que de los partidos españoles no puedes fiarte porque acaban escondiéndose debajo de las togas de los jueces, que al menos son valientes. Ha arremetido contra Madrid, calificándola de agujero voraz que se queda con todas las inversiones mientras que a Cataluña no le dan ni las gracias, ya saben, el eterno Espanya ens roba, no se ha movido ni un ápice de la milonga sobre la represión, las porras, el drama del exilio – a él no le ha sentado tan mal porque ha ganado unos kilitos – y ha dicho algo muy importante: si se consigue un acuerdo para un referéndum de autodeterminación, perfecto; si no, reactivará la DUI y proclamará la independencia de forma unilateral.
Un ego trip increíble usando ese tono pujolista que va de la amenaza al sarcasmo, especialmente al hablar de que ojalá hubiera una lista única y poniendo de chupa de dómine a ERC sin nombrarla
Ha sacado pecho de las negociaciones en Suiza – un hecho insólito que hemos logrado nosotros, ha remarcado con más orgullo que Don Rodrigo en la horca – al igual de que el presidente del gobierno de España – primer ministro, lo ha llamado todo el rato – se hubiese tenido que elegir en Bruselas gracias a Junts. Ha ninguneado a Sánchez de manera escandalosa, mencionando tan solo irónicamente al playmobil de Albares, del que ha dicho que si le llegan a decir que vería a un ministro español defender con tanta vehemencia el catalán en la UE no se lo hubiera creído. Un ego trip increíble usando ese tono pujolista que va de la amenaza al sarcasmo, especialmente al hablar de que ojalá hubiera una lista única y poniendo de chupa de dómine a ERC sin nombrarla con frases como “Yo no sé cuántas veces se habrá reunido la Mesa de Diálogo, pero sí sé cuantas veces nos hemos reunido en Suiza con el mediador y el gobierno de España”. Y que si Pedro no presenta presupuestos es porque Junts no los aprobaría al no contemplar la millonada que exigen los juntistas. Es, y perdonen, acojonante.
Esta es la pacificación y la feliz convivencia a la que nos tienen sometidos a los catalanes no separatistas. Volvemos a estar en manos de un orate capaz de llevarnos a un enfrentamiento civil
La amenaza de chulito de futbolín ha presidido todo lo que ha dicho. Lo sustanciales que si las conversaciones para celebrar el referéndum se dilatasen, porque los jueces son como son, no dudaría en obrar por su cuenta, eso sí, siempre en nombre de los catalanes, el referéndum ilegal que nadie reconoció y, por descontado, el mandato del 1-O. Esta es la pacificación y la feliz convivencia a la que nos tienen sometidos a los catalanes no separatistas. Volvemos a estar en manos de un orate capaz de llevarnos a un enfrentamiento civil. A partir de un discurso cargado de mentiras y odios se ha cargado a Illa, que no podrá decir que el PSC ha conseguido bajar el suflé estelado y ha reventado como reventó el Machichaco a los de Junqueras, acusándoles de pactistas al decir que mientras unos iban a dialogar con Madrid la autonomía él iba a negociar la independencia. Es el primer acto de campaña de Puigdemont, que da por hecho que será candidato sin que lo haya elegido nadie. A ver quién es el guapo que le lleva la contraria al líder indiscutible. Y todo por siete votos. Gracias, Sánchez.