Al frente y en libertad, porque la Audiencia de Schleswig-Holstein entendió que no se daba el delito de rebelión y ha dictado su puesta en libertad bajo fianza de 75.000 euros, mientras estudia su entrega a España. Es asunto portentoso que un tipo de tan escasas luces como Carles Puigdemont consiga tener en vilo a toda la sociedad española y a parte de la europea. Él ha conseguido la renuncia de Turull, otro que tul, por más que el asunto ya lo había dejado claro el juez Llarena al ordenar su encarcelamiento la víspera del día fijado por el pobre Torrent para investirlo. Puigdemont insiste en investir a Jordi Sànchez, a quien enchiqueró la juez Lamela el 16 de octubre y ratificado por el juez Llarena que no autorizó su excarcelación para asistir a su propia investidura.
No es la primera vez que pasa. Robert Zemeckis nos lo había contado en una película suya, Forrest Gump: un tonto echa a correr y sin necesidad de hacer alharacas proselitistas se encuentra con 800 fans que lo siguen atravesando un continente de costa a costa. Quien dice 800 dice 800.000, al fin y al cabo la cabeza de la carrera en nuestro caso es un catalán, que aunque sea de Amber, no será nunca como un tonto corriente de Alabama, aunque fuera blanco.
El ex presidente catalán pudo votar ayer por vez primera mediante la delegación del voto en su compañera de grupo Elsa Artadi, voto que sirvió para rechazar la petición de Ciudadanos para que explicara ante el pleno de la Cámara el bloqueo en que mantiene al Parlament. El argumento no era del gusto de los letrados de la Cámara, pero la Mesa del Parlamento tenía sus propias razones o sus propias instrucciones, a saber, que Puchi no era prófugo sino preso, argumento falaz donde los haya. Este tipo seguirá siendo prófugo hasta que se ponga a disposición de la Justicia española.
Martita Rovira sigue ramoneando por los Alpes suizos, aunque es de suponer que con alguna inquietud desde que tuvo noticia de la detención en Madrid de Hervé Falciani, el informático del HSBC que publicó los datos de 130.000 defraudadores fiscales y que estaba a punto de dar una conferencia en la Universidad de Comillas. Falciani ya había sido detenido en Barcelona en 2012, pero la Audiencia Nacional denegó la extradición que pedía Suiza por una razón análoga a la que defendía a la secretaria general de ERC de la reclamación de la justicia española: en el Código Penal suizo no se contempla el delito de rebelión y en el nuestro no aparecen los tipos aplicables a Falciani en Suiza: espionaje financiero, violación del secreto bancario, violación del secreto comercial y apropiación de datos de clientes. No sabemos si las justicias practicarán un do ut des, pero es razonable que la moza se sienta inquieta ante la mera posibilidad.
Por último, ayer conocimos el auto de la juez Lamela, en el que procesaba al ex jefe de los Mozos de Escuadra, Josep Lluís Trapero por dos delitos de sedición y uno de pertenencia a organización criminal en cuya cúspide figura Puigdemont. Bueno, pues molt bé, pues adiós. O hasta Estrasburgo, más de lo mismo.