ABC – 13/05/16
· Anoche alardeó de su plan sedicioso: «Madrid sabe que esto es imparable».
· Al igual que le sucedió a comienzos de mes en Bruselas, Carles Puigdemont, el periodista de 53 años que preside la Generalitat, concluye hoy una visita de tres días a Londres sin lograr una sola entrevista oficial.
· Ningún miembro de la administración de Cameron ni integrante alguno de la oposición laborista lo ha recibido.
El primer día conversó con el ex primer ministro escocés, Alex Salmond, quien dimitió tras perder por diez puntos su referéndum separatista, un diálogo emitido en el circuito catalán de la Ser. También se reunió con catalanes residentes en la ciudad. Ayer, en la segunda jornada, ofreció una conferencia en un foro de pensamiento de Picadilly, con algunas sillas vacías en la sala. Hoy cierra la gira en unas oficinas del Banco Sabadell.
Los asistentes a la conferencia recibieron una carpeta con el lema Diplocat, del Consejo de Diplomacia Pública de Cataluña, entidad público-privada, con folletos con datos de la comunidad autónoma y un panfleto titulado «El camino catalán a la autodeterminación», que relata de manera sesgada el pulso con el Estado que lanzó unilateralmente Mas en 2005.
La conferencia de quien formalmente es el máximo representante del Estado español en Cataluña se titulaba «Trazando el camino hacia la independencia». El gran momento de la velada llegó en la ronda de preguntas, cuando una espectadora le sacó los colores.
Versión idílica del «proceso»
Puigdemont había vendido en su conferencia una versión idílica del «proceso»: «Nuestro proyecto independentista es la mayor revolución democrática que está teniendo lugar en Europa y además es pacífica». También explicó a la audiencia inglesa –entre la que había numerosos catalanes, incluida la corte que lo acompaña desde Barcelona– que los separatistas abogan siempre por el diálogo. Dio por descontado que la nueva república catalana formará parte de la UE, pese a que Bruselas ha reiterado que eso es imposible. Pero llegado el turno de preguntas, en la segunda tomó el micro una mujer que le espetó que no lo reconocía como presidente de Cataluña, porque había venido a Londres a dividir y a fomentar un proyecto ilegal, contrario a las normas de España y Europa. La moderadora impidió a la mujer completar su pregunta.
La legalidad que importa
La sonrisa que distingue a Puigdemont desapareció. Sin perder las formas, pero visiblemente irritado, le replicó que la legalidad que importa es la que emana del Parlamento catalán. El presidente leyó su conferencia en inglés, aunque con peor acento que su predecesor Mas, pese a que en su día fue director de un diario en la lengua de Shakespeare, «Catalonia Today». En las preguntas se pasó al catalán, con traducción simultánea al inglés.
En las últimas semanas, entre algunos analistas españoles está calando el discurso de que el proceso separatista ha perdido gas. Nada de eso se diría escuchando anoche a Puigdemont, que volvió a la idea de la independencia en 18 meses. Alardeó también del proceso sedicioso: «En Madrid están preocupados, porque saben que es imparable». Compuso el habitual relato maniqueo, en el que un pueblo bondadoso y pacífico, que suspira por la democracia y la libertad, ve sus buenos deseos pisoteados una y otra vez por la cerrazón del Gobierno español.
Inició su disertación explicando que la espoleta del conflicto fue que «un Tribunal politizado, al servicio de los partidos españoles (el TC)» «aniquiló» una reforma estatutaria aprobada por los catalanes en referéndum. Como siguiente paso citó las manifestaciones masivas año tras año. Por último. recordó las elecciones del pasado septiembre, que llamó «plebiscitarias». Aseguró que fueron ganadas por la causa independentista, ocultando que obtuvieron menos votos que los partidarios de seguir en España.
Como futuros pasos, explicó que se convocarán otras elecciones, y si ganan los independentistas, se elaborará la constitución de la nueva república, será aprobada en referéndum y se declarará la independencia. Se jactó también de que ya se están preparando «las estructuras de Estado» para cuando llegue el momento. Su supuesto nuevo talante de mesura y repliegue no asomó por ningún lado.
ABC – 13/05/16