ETA quiso dejar claro que forma parte de la izquierda abertzale y que se sentía partícipe de los actos convocados en Gernika y en la localidad vasco-francesa de Baigorri. La renuencia de los integrantes de Bildu, y en especial de la izquierda abertzale, para romper abiertamente con la banda terrorista continúa brindando oportunidades a que sea ésta quien insista en erigirse en su valedora.
Las distintas organizaciones del nacionalismo vasco celebraron ayer el Aberri Eguna con mensajes que sublimaron el componente esencialista de su respectivo ideario. Pero la jornada permitió diferenciar el independentismo que se agrupa en torno a la coalición Bildu del soberanismo más moderado o pragmático que representa el PNV de Iñigo Urkullu. La irrupción de ETA en la fiesta, con un comunicado que teñía la reivindicación abertzale de una épica totalitaria, volvió a demostrar que la banda necesita apropiarse de toda variante secesionista del nacionalismo. Los actos políticos de ayer escenificaron el pulso que mantienen los partidos abertzales en la disputa por un espacio socio-electoral en el que ocupan posiciones limítrofes. La larga gestación del polo independentista que finalmente ha adoptado la denominación Bildu responde, en buena medida, a una pulsión anti-PNV. Su radicalismo trataría de aprovecharse de las esperanzas de paz para agrupar las energías que pudieran liberarse en el seno del nacionalismo sociológico tras el paulatino decaimiento de la presencia y la influencia etarras.
Es precisamente ésta la causa por la que en su comunicado, aun sin mencionar explícitamente ni a Bildu ni a Sortu, ETA quiso dejar claro que forma parte de la izquierda abertzale y que se sentía partícipe de los actos convocados en Gernika y en la localidad vasco-francesa de Baigorri. La renuencia de los integrantes de Bildu, y en especial de la izquierda abertzale, para romper abiertamente con la banda terrorista continúa brindando oportunidades a que sea ésta quien insista en erigirse en su valedora. Ayer el PNV quiso demostrar que su política no se ve condicionada por la competencia que supone la coalición independentista auspiciada por la izquierda abertzale; lo que subrayó con la advertencia ante un eventual «engaño» por parte de los herederos de Batasuna. Pero la ambigüedad en la que se movió Urkullu en su intervención permite suponer que el PNV espera a la convalidación legal de Bildu y al resultado que se derive de su posible participación electoral, sin descartar en ningún caso que la coalición independentista sea aliada en esa «gran movilización» que el presidente del EBB convocó para acabar con el pacto de gobierno entre el PSE-EE y el PP vasco. Cuestión esta última sobre la que la dirección jeltzale debería pronunciarse con mayor claridad.
Editorial en EL CORREO, 25/4/2011