JULIÁN QUIRÓS-ABC

  • El Constitucional intenta erigirse en una suerte de cámara legislativa final por la vía del creativismo normativo

Que Cándido Conde-Pumpido sea reconocido como una eminencia jurídica, al menos tan acreditada como sus inmensas fobias, es la forma de salvar técnicamente la decisión del Tribunal Constitucional, presidido por él, para corregir al Tribunal Supremo en relación con la condena al exdiputado podemita Alberto Rodríguez. Existe un TC previo a Pumpido y otro posterior. El TC de Pumpido, renovado con antiguos subordinados directos de Pedro Sánchez, intenta erigirse en un órgano de casación por encima del TS (ajeno a su función natural) y en una suerte de cámara legislativa final por la vía del creativismo normativo. Muy peligroso. Y luego está eso de lo que los entendidos hablan y nadie deja por escrito: las ganas descomunales del antiguo fiscal general de Zapatero de ajustar cuentas con sus excompañeros de la Sala Segunda del Supremo, empezando por Manuel Marchena, lo más parecido a lo que podríamos llamar una ‘gloria nacional’ después de su impecable trabajo como presidente del tribunal que juzgó el ‘procés’.