Puñetas

ABC – 03/06/16 – IGNACIO CAMACHO

Ignacio Camacho
Ignacio Camacho

· Con las puñetas metidas en el fango de la corrupción, los jueces están reventando la campaña del bipartidismo dinástico.

Están en manos de los jueces. La campaña de los partidos dinásticos, los del viejo bipartidismo, ha quedado encapsulada en los juzgados, por donde pasa el cartero que siempre llama dos veces con las facturas pendientes de los años de la corrupción. La Justicia, que suele moverse con lentitud, se ha vuelto a precipitar de golpe en una derrama de imputaciones de alta sensibilidad política.

En Andalucía un magistrado subalterno ha regurgitado el largo sumario de los ERE sobre las cabezas de Griñán y Chaves, que son gente de raigambre en el PSOE; en Cataluña le piden un lustro de rejas a Oriol Pujol y en Madrid la Audiencia Nacional escupe a ráfagas el oprobio de la operación Púnica, con sus pagos en especie de putiferio y ese Granados capaz de sisarle comisiones a su propia organización. No hay estrategia electoral que levante tal lastre, ni manejo mediático que lo minimice. La memoria reciente del saqueo institucional golpea sobre una opinión pública hastiada y neutraliza cualquier posibilidad de pasar página. El votante que encienda la televisión, por curado de espanto que esté, se ve impelido a la arcada.

Sostienen los sociólogos que la torrentera de escándalos está políticamente amortizada en costes directos, por pura saturación, pero que aún tiene efectos colaterales sesgados. Dicho de otro modo: aunque la corrupción ya ha restado en la práctica todos los votos que podía sangrar a los grandes partidos, queda por ver su impacto sobre la abstención en las urnas.

El desafío actual de los socialistas y del PP consiste en movilizar a los electores que emiten su opinión yéndose a la playa el día de las elecciones, renuentes a inclinarse por las nuevas siglas pero cansados de apoyar a las antiguas. Para ello insisten en el voto útil, en el sufragio a regañadientes que impida que ganen los adversarios. Ese reagrupamiento de mala gana, ese remolón esfuerzo por causa mayor, es el que puede quedar bloqueado ante la incesante avalancha de espasmos judiciales. Un cortocircuito moral en las expectativas de desperezar al votante desmotivado.

Enfrente hay además dos candidaturas biográficamente exentas de conflictos penales, aunque en el breve plazo que algunos llevan gobernando instituciones ya han mostrado maneras clientelistas y de nepotismo. Los problemas con la Justicia de ciertos dirigentes de Podemos provienen en su mayoría de un activismo violento que no disuade a sus simpatizantes; antes bien los estimula en su hosco rechazo al sistema.

Y la nomenclatura de Ciudadanos tiene margen para hacerse la estrecha, aunque sea una estrechez de doble baremo dada su benevolencia con el régimen andaluz. Sus masas de votantes son jóvenes que no se permiten ante la corrupción ni un atisbo de pragmatismo indulgente. El bipartidismo se hunde en esa brecha generacional que ahondan los magistrados metiendo las mismísimas puñetas en el fango.

ABC – 03/06/16 – IGNACIO CAMACHO