EL CORREO, 30/11/11
El centro comercial Zubiarte de Bilbao acoge una exposición sobre las víctimas del terrorismo desde 1968
Una exposición sobre víctimas del terrorismo pretende convertir el centro comercial bilbaíno de Zubiarte en un punto de reflexión sobre la irracionalidad de la violencia armada. Hasta el sábado la muestra organizada por la Fundación Leizaola y la Dirección de Derechos Humanos del Gobierno vasco ofrece un recorrido por la sinrazón de ETA, el GAL, el Batallón Vasco Español y la Alianza Apostólica Anticomunista, grupos armados que operaron en el País Vasco desde 1968 con un tétrico balance de 931 muertos, más de dos millares de heridos y casi un centenar de inhumanos secuestros.
Mediante una oferta de imágenes fotográficas y reproducciones de informaciones periodísticas la iniciativa realiza un relato «sin juicio de valor de ninguna clase» que tiene el único objetivo de «exigir que nunca más vuelve a producirse violencia terrorista y reivindicar que el escrupuloso respeto de los derechos humanos guíe la convivencia entre vascos», según aseguró Patxi Zubiaur, comisario de la exposición del edificio diseñado por el arquitecto Robert A. M. Stern.
Víctimas que se convirtieron en emblemas de la lucha contra el terrorismo son recordadas en ocho paneles. Es el caso del guardia civil José Pardines, el primer caído a manos de ETA. «Un pobre chaval», como años más tarde reconoció Iñaki Sarasketa, uno de los miembros de la banda que participó en el atentado. Tampoco faltan referencias a, entre otros, Miguel Ángel Blanco, Ernest Lluch, Lasa y Zabala, Yoyes, Solaun, los niños Alberto Muñagorri o Irene Villa, Segundo Marey y el policía francés Jean-Serge Nerin, quien obligatoriamente debe cerrar la lista de la vergüenza que se exhibe en una entrada de Zubiarte.
Un amigo, en la lista
«Me he parado a mirar los paneles porque uno de mis amigos está en la lista de los que cayeron», explicaba ayer una mujer que quiso mantener su anonimato y que también se negó a desvelar con cuál de las víctimas estaba relacionada. Fue de los pocos clientes del centro comercial que mostraron interés por la exposición. «No es el lugar más adecuado precisamente para eso. La gente va a comprar o a distraerse. Estas fotografías hubieran tenido mucha más aceptación en otro sitio. La gente pasa de todo lo que aquí se expone. Va a comprar. Sin más», sostuvo Mercedes, una joven clienta a la que el escaso tiempo que le dejan en su empresa para comer le impidió «mirar este tema tan importante para nuestra historia con la atención que se merece». «No es un foro apto. Este tipo de esfuerzos de concienciación merecen espacios más idóneos», añadió.
EL CORREO, 30/11/11