Alberto Ayala, EL CORREO, 7/7/12
PNV, PSE y PP recuerdan con hechos a Bildu que intentar imponer el criterio de la minoría a la mayoría tiene un precio
La izquierda abertzale lleva un año largo de vuelta a las instituciones, tras desmarcarse oficialmente de una ETA que ya ha dicho adiós a las armas. En este tiempo ha evidenciado importantes carencias; entre ellas, y no es la menor, que no termina de aprenderse el manual de cultura democrática. Ayer las Juntas Generales de Gipuzkoa le dieron toda una lección particular, dura pero lección, de democracia.
La Cámara que representa la soberanía popular guipuzcoana reprobó por vez primera en su historia a un diputado: el titular foral de Medio Ambiente, Juan Carlos Alduntzin, de Bildu. ¿La razón? Vulnerar un principio democrático esencial: tratar de imponer desde la minoría que representa Bildu el sistema de recogida de basuras ‘puerta a puerta’ que rechaza la mayoría que suman PNV, PSE y PP, porque así lo han querido los ciudadanos de este territorio.
No es precisamente un acontecimiento habitual en la política vasca. La de ayer es la segunda ocasión en que un diputado foral es removido de su puesto en Euskadi desde la restauración de la democracia hace ya tres décadas. Hasta ahora el único caído era el alavés Enrique Aguirrezábal (PP), tumbado en 2005 por la acción conjunta del PSE, el PNV y EB.
La moción que ha terminado con la carrera como diputado de Alduntzin es el primer toque de atención serio que recibe Bildu en este nuevo tiempo político que vivimos. Un aviso que llega en puertas de las elecciones autonómicas, y un año después de que el PNV decidiera no sumarse a ningún frente para tratar de impedir el desembarco de la izquierda abertzale en el Ayuntamiento de Donostia, la Diputación de Gipuzkoa y en varias decenas de consistorios más en los que los electores le acababan de situar como minoría mayoritaria.
Entonces los jeltzales se negaron a mover ficha por temor a que la campaña victimista que sin duda hubiera realizado la izquierda abertzale calara en un segmento significativo del electorado nacionalista. Ahora sí se han atrevido a darlo aunque con un carácter limitado: el reprobado es un diputado de a pie, no el jefe del Ejecutivo foral Martin Garitano. Se trata de poner de relieve ante la ciudadanía el fracaso de la izquierda abertzale como gestores y su nula afición a respetar mayorías que no son de su agrado, en contraste con su propio quehacer que entienden valora buena parte del electorado.
¿Y ahora qué? Bildu, Garitano ya han sugerido que acentuarán el desafío. Que su apuesta por la recogida ‘puerta a puerta’ y su negativa a la incineradora no van a variar. ¿Endurecerá su respuesta el PNV? Apúntense al ‘no’. Resultaría una sorpresa absolutamente mayúscula que el partido de Urkullu y de Egibar entrara al trapo contra el contestado diputado general abertzale guipuzcoano. Al menos, antes de que tengan lugar las elecciones al Parlamento vasco, y por más que PSE y PP insistan, que lo harán, en su ofrecimiento para empezar a poner coto al importante poder local y foral de que disfruta Bildu.
Los jeltzales son muy conscientes de que necesitarán apoyos, bien por acción o por omisión, primero para recuperar Ajuria Enea y luego para poder gobernar. Si echamos la vista atrás, lo mismo podemos recordar la sintonía de última hora entre PNV y PP, como los tiempos de la coalición PNV-PSE, como las dos ocasiones en las que Juan José Ibarretxe logró la investidura con los votos de una izquierda abertzale que por entonces ni tan siquiera se había sacudido el control de ETA. Es lo que hay.
Alberto Ayala, EL CORREO, 7/7/12