La enésima información sobre la bronca interna en ETA llega en un momento de evidente fatiga de los materiales batasunos. Se detecta un cansancio inmenso en las gentes de ese entorno que habían pensado que el ‘proceso’ último sería el bueno. Algunos batasunos con trienios podrían estar en el diseño de un nuevo partido que haga política radical pero sin la tutela de la banda.
La enésima información sobre las disidencias internas, sanciones disciplinarias y otras sevicias terminales nos habla de una organización terrorista que hace tiempo que se ha convertido en un fin en sí misma, en la que nadie parece saber cuándo y por qué empezó todo esto y, lo que es más grave, en la que no asoma alguien capaz de tener la suficiente lucidez y/o valentía como para apagar la luz al saberse de los últimos.
Resulta que ese homínido que vimos gritar como un poseso cuando fue detenido por la policía en Francia es nada menos que un disidente, presuntamente con mundo interior, sancionado ahora por la dirección de la banda que, quizás por el abuso en el entrenamiento de ver enemigos por todas partes, acaba encontrándolos en sus propias filas. No es que el tal ‘Thierry’ sea un genio de la estrategia, o haya pensado un minuto sobre la barbaridad en que vive; no, se trata sencillamente, una vez más, de dejar claro quién manda en el tinglado. Los que purgan al tal ‘Thierry’ no son duros frente a supuesto blando, son jefes frente a otro que se ha pasado de jefe.
Recuperamos estos días los testimonios de Eduardo Moreno Bergareche, ‘Pertur’, ex dirigente de ETA p-m, asesinado y desaparecido, casi con toda seguridad, por los dirigentes más duros de la banda. Hablaba ‘Pertur’ de las bestias de su organización, de las que temía que le quitaran de en medio. Eran entonces bestias titulares un tal ‘Pakito’, sujeto hoy encarcelado después de una biografía asaz sangrienta y que ha tenido la ocasión de probar una mínima dosis de la medicina que él administró en partidas de caballo durante años. A ‘Pakito’, como a otros, la cárcel le ha ordenado un poco la cabeza y le ha llevado a concluir lo obvio: hay que dejar de matar. No llega a esta conclusión por una reflexión ética, incompatible con las entendederas del sujeto, se cae del caballo por pura eficacia: si seguimos matando, cada día estaremos más aislados, perderemos el apoyo incluso de nuestra propia gente. Los que ahora a ‘Pakito’ le parecen unos bestias, son la bestia que fue ‘Pakito’ para ‘Pertur’ el siglo pasado.
El caso es que ya tenemos otros etarras damnificados por la espiral criminal y autoritaria de los propios etarras y el sujeto que ayer los medios presentaban como duro entre los duros -‘Thierry’ se cargó la negociación, se dijo- aparece ahora triturado por esa maquinaria quebrantahuesos en que se ha convertido el tinglado criminal.
En esa espiral delirante y puramente autorreferencial, los etarras se han fijado ahora en las víctimas que ellos mismos provocan, han reconocido así implícitamente que el mensaje de deslegitimación de la violencia les hace pupa y han ido a amenazar a una víctima del terrorismo, Maixabel Lasa, viuda por culpa de los conmilitones de los que han escrito el último comunicado de la banda.
Todo mi cariño y apoyo a una mujer digna, que en vez de guardarse en la resignación y dedicarse a pastorear sus soledades tras el asesinato de su marido, Juan Mari Jáuregui, le ha dado la vuelta a la situación y ha hecho de su vida después del dolor un ejercicio de militancia por la libertad y contra la barbarie. Hace bien el Gobierno vasco expresando su rabia por este ataque y deberíamos hacer bien todos los vascos en crear un cordón que hiciera imposible cualquier daño a Maixabel Lasa, por pura dignidad, por pura autoestima democrática como comunidad de ciudadanos.
El caso es que la enésima información sobre la bronca interna dentro de la banda criminal tiene el valor añadido de llegar en un momento de evidente fatiga de los materiales batasunos. Ese mundo no es el mismo ahora que el que era antes de iniciarse el fracasado proceso para el final del terrorismo, que abrió una tregua de más de un año.
De la misma forma que de otras treguas y de otros procesos han surgido disidencias, desafecciones, gentes que se bajaban del invento e incluso otros que formaban nuevos partidos, contrarios a la violencia, ahora se detecta un cansancio aburrido e inmenso en las gentes del entorno batasuno que habían pensado razonablemente que el proceso último sería el bueno. Hay tambores que anuncian cómo batasunos con trienios podrían estar en el diseño de un nuevo partido, no tan nuevo, que intente hacer política radical pero sin la tutela de la banda que mata y aburre. No sabemos en qué parará esta iniciativa apenas esbozada, pero ya sabemos que es un indicador más de un estado de cosas terminal cuyas auténticas dimensiones conoceremos con el paso del tiempo.
Mientras, la noria criminal sigue dando vueltas y, como una caricatura esperpéntica, vemos que los jóvenes recién entrados al tinglado piden más madera, más sangre, más muertes, ahora de gentes del PNV, mientras algunos veteranos llegan a la conclusión de que no tienen siete vidas y que se trata de no equivocarse todo el rato en la realmente existente apoyando una violencia que nunca tuvo razón de ser, aunque a muchos les haya resultado de gran utilidad.
Una organización que puede asesinar, que va a intentar asesinar y que cada día que pasa, cada crimen que acumula, no hace más que cavar su propia fosa. Mientras sigan purgándose entre ellos, mientras sigan surgiendo disidentes, la cosa irá bien, lo malo es que pretendan agudizar las contradicciones del sistema o acallar la disidencia interna como siempre lo han hecho, matando.
José María Calleja, EL CORREO, 14/11/2008