Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo
La noticia es excelente. España vuelve a la senda de la estabilidad. Y, es más, lo va a hacer un año antes de lo exigido por Bruselas. Sucederá en 2024, cuando el déficit público, que hoy ronda el 5%, se situe en el 3%. En el colmo de la felicidad, el ajuste se va a hacer casi por si solo, sin esfuerzos extraordinarios ni recortes de envergadura. Todo se hará gracias a la voluntad del Gobierno, que de repente ha tenido un ataque de ortodoxia y sensatez, a la buena evolución del empleo y al crecimiento que se mantiene firme. Todo ello, claro está, dicho por Nadia Calviño a poco más de un mes de las elecciones. Habrá algún mal pensado que vea estas líneas impregnadas de ironía. Pues no. Se lo he dicho y, si me lo permite, se lo repito de nuevo. Me parece una noticia excelente que provoca mi entusiasmo más sincero.
¿Eso es todo? Bueno, vamos a ver. Para que tal cosa suceda, para que tan tiernos augurios se hagan realidad es necesario que se den una serie de condiciones. Primero esa voluntad de control y rigor tiene mantenerse en el tiempo. En segundo tiene que recibir el apoyo del resto del tripartito. Supongo yo que la Vicepresidente Díaz dará palmas y gritará olé. No tanto porque esté convencida de la bondad y de la necesidad de estas medidas para salvaguardar la economía española en general y el tejido productivo en particular. No, basta con que esté convencida de la bondad y la necesidad de estas medidas para ganar las elecciones. El gobierno está empeñado en centrar sobre la economía el debate electoral y en demostrar que Feijoo es un paquete en la gestión (Al parecer Galicia se gestionaba fatal y los electores no se enteraban del desastre) y que las izquierdas gestionan mejor que las derechas. Y para eso es necesario cambiar algunos paradigmas y desmontar algunos clichés, como aquel que afirma que Pedro Sánchez despilfarra y carece del mínimo respeto hacia el gasto. Más difícil lo tendrá con la tercera pata, con Podemos que ha hecho de la expansión del gasto su seña de identidad
Luego, para cumplir con el objetivo sin imponer recortes, hay que generar ingresos, muchos ingresos, para lo cual hace falta que se cumpla la segunda parte de los deseos de Calviño, que la economía crezca mucho y el empleo consolide su evolución sin los anabolizantes del sector público ni la trampa de los fijos discontínuos. ¿Van a suceder tales cosas? Pues vaya usted a saber. La mayor parte de los analistas opinan que España crecerá más que los países del entorno, pero que crecerá poco y el empleo… dependerá de cual sea la realidad del crecimiento.
¿Y si no sucede nada de eso? Pues si gobierna el PP habrá que echarle la culpa de todo y si gobierna Sánchez ya habrá tiempo de poner en práctica lo que dijo antes de ayer el ministro Escrivá: sacamos el gasto del cálculo del déficit y seguimos dando vueltas a la manivela.