Roberto Blanco Valdés, LA VOZ DE GALICIA, 6/6/12
Coinciden dos refranes en lo inútil -e inelegante- que es cargar contra quien fue pero no es ya: del árbol caído no se hacen astillas, aconseja el primero; afea el segundo, hoy políticamente incorrecto, lancear al moro muerto.
Mi intención trayendo de nuevo al primer plano a Zapatero no es, pues, hacer astillas del político caído (¡y cómo!) ni dar lanzadas a un fantasma, pues en tal se ha convertido «en horas veinticuatro» el antes omnipresente presidente socialista, sino contraponer otra tesis a una que gana terreno poco a poco: la de que la gravedad de la crisis pondría de relieve que en realidad quienes criticamos con dureza la política del Gobierno del PSOE cometimos un exceso, como lo demostraría lo mal que siguen yendo las cosas tras el cambio de mayoría.
Aunque reconozco que es esa una forma aparentemente racional de ver las cosas, y coincido en que el convencimiento del PP de que todo mejoraría por el simple hecho de la llegada de Rajoy a la Moncloa -convencimiento, al fin, frustrado- explica en buena medida las dificultades del nuevo Gobierno para entender cabalmente los terribles problemas que tiene que afrontar, la pura verdad es que cabe, pese a todo, y con mejores razones, sostener una tesis alternativa a la que viene en socorro retroactivo del presidente Zapatero.
Esa tesis alternativa se ha visto reforzada, con sólidos argumentos, por una información que el pasado domingo publicaba este periódico: la de que los inspectores del Banco de España denunciaron, ya en el 2006, los desmanes en la concesión de créditos por parte de bancos y cajas y alertaron sobre los graves riesgos que ello suponía para el futuro de nuestro sistema financiero. Ante la falta de reacción a esos informes del entonces gobernador del banco (Jaime Caruana), los inspectores se dirigieron por escrito al ministro de Economía, Pedro Solbes, que hizo al respecto lo mismo que Fernández Ordóñez, el nuevo gobernador por él nombrado el 8 de marzo del 2006: absolutamente nada.
La información es muy relevante, pues si hay algo sobre lo que hoy está de acuerdo prácticamente todo el mundo es que el retraso en abordar la reforma financiera -que otros Estados impulsaron con decisión en cuanto estalló la crisis- ha sido un factor decisivo para explicar la gravísima situación en la que estamos.
De modo, que, lejos de salvar retroactivamente a Zapatero, lo que parece cada vez más evidente es que su disparatada forma de enfrentarse a la crisis -no reconociendo su existencia, primero, durante muchos meses y haciendo lo que no tocaba, y no haciendo lo que tocaba, después- explica en gran medida que estemos hoy al borde del abismo. Algunos llaman a eso volver con la cantinela de la herencia recibida. Yo creo, por el contrario, que es una exigencia indispensable para entender lo que nos pasa.
Roberto Blanco Valdés, LA VOZ DE GALICIA, 6/6/12