Otxandiano sobre Ochandiano, pueblo de buenas berzas
La campaña electoral ha transcurrido en Euskadi entre dos partidos de fútbol: la apasionada final de la Copa del Rey entre el Athletic y el Mallorca y el clásico que mañana enfrentará al Real Madrid con el Barça, que levantará menos pasión en Euskadi, pero que va a ser el arranque de la campaña para las elecciones catalanas.
El socio preferente de Pedro Sánchez, el secuestrador Arnaldo Otegi presentó a su candidato Otxandiano, un ingeniero que en hermosa redundancia onomástica, estudió su primeras letras en su pueblo natal, Ochandiano, que es donde también veló sus primeras armas políticas como concejal. Después llegó a ingeniero de Telecomunicaciones en la Universidad de Mondragón, que arrastra desde sus orígenes el inconveniente de haber tenido como primer rector a Inaxio Oliveri, que no había pasado de ingeniero técnico. Claro que también podría haber sido rectora Begoña Gómez, que tampoco tenía titulación idónea para ser directora de cátedra en la Complutense. Cabe decir que la de Mondragón es una universidad privada, no pública como la Complutense.
La campaña ha demostrado que Pello Otxandiano, el candidato de Ochandiano estaba un poco verde a juzgar por su torpe definición de lo que es ETA, “un grupo armado”, por decirlo con sus propias palabras, que su socio de La Moncloa alteró para colocarse entre dos vicios de lenguaje: el de llamar a los terroristas “una banda armada”, que según él es como la llamó el candidato bildutarra y llamarla ‘movimiento nacional de liberación vasco’ como Aznar. Se equivoca, claro. Si Pello Otxandiano hubiera dicho que ETA fue una banda armada no habría caso. ‘Banda armada’ la llamaba Barrionuevo, que era un experto en el tema. Banda armada viene a ser sinónimo de organización terrorista. La diferencia básica entre ambos conceptos es que el primer sintagma coloca la carga delictiva en el sustantivo ‘banda’ y el segundo la cuelga en el calificativo, terrorista.
El candidato se arrepintió de haber dicho lo que dijo, no de pensar lo que pensó, que es lo mismo que sigue pensando. Ahí no había error y, por tanto, no procedía rectificación alguna.
Dicho cuanto antecede, no sabría yo decir si EH Bildu va a pagar en la noche del recuento la torpeza expresiva o la exagerada sinceridad de su candidato a lehendakari. Tampoco apostaría porque Eneko Andueza, el candidato socialista que ha hecho el razonamiento más imposible de la campaña al defender que el PSE va a ser decisivo para decidir quién va a gobernar en Euskadi, sin darse cuenta de que los votantes no quieren elegir al que decide, sino que quieren elegir ellos mismos. Pero al mismo tiempo incurre en aporía insuperable, al decir que no va a “facilitar en ningún caso el Gobierno de Bildu”. Esto recuerda mucho a la libertad que Henry Ford daba a los compradores de sus coches para elegir color, “siempre que sea negro”. El color tampoco le importa a Sánchez, siempre que no se Vox.
Mientras, el pastelero loco se jacta de tener cogido al Gobierno por salva sea la parte y amenaza con tumbar los próximos Presupuestos. Resulta que Espanya les roba para financiar a la Comunidad de Madrid. Entre el expolio fiscal, la desinversión y el dinero que no devuelven, calcula que los catalanes están pagando la totalidad de los presupuestos de la Comunidad de Madrid. En fin, creo haber escrito ya que de esta pesadilla solo puede librarnos Puigdemont, aunque sea sin querer.