¿Qué debería votar el PP en la reforma laboral?

IGNACIO MARCO-GARDOQUI-EL CORREO

  • Se haría un favor si se abstiene y haría un favor al país, que necesita despejar incertidumbres y emitir serenidad

Por si acaso anda con prisas y no está para leer rollos le adelanto la conclusión. En mi opinión, debería abstenerse. Soy consciente de que, en la práctica, abstenerse equivale a dar un sí, pues garantizaría la aprobación de la mini-reforma que se plantea. Pero no es lo mismo. Hay muchas razones para votar no. Una y principal es que se trata de modificar el sistema legal que él aprobó. Es una buena razón para oponerse, aunque quizás sería necesario recordar que la aprobó sin acuerdo de los agentes sociales, lo cual le resta un poco de la autoridad que le dan los resultados obtenidos con ella, en forma de varios millones de empleos creados a su amparo. Puede aducir más cosas, como por ejemplo que nadie ha contado con él para elaborar y tramitar la reforma. O que, mientras el Gobierno exige apoyos, no para de lanzar insultos e incoherencias del tipo de las emitidas por el ministro Bolaños: «la ley del PP es brutal, ha sido impuesta y está absolutamente desequilibrada». Insultar no es el mejor inicio para solicitar ayuda después al insultado, pero eso en política es poco relevante.

Olvidemos la opción de votar a favor, dado que no está en absoluto de acuerdo con el planteamiento y que su interés, legítimo, es derrocar al Gobierno. Pero, ¿y si se abstiene? En primer lugar, avala lo pactado entre los agentes sociales. Si los empresarios, los sindicatos e incluso una parte de su partido, como el expresidente Aznar o Faes han dado su visto bueno, ¿no es un empecinamiento excesivo eso de votar en contra? Recuerde que la propia Fátima Báñez, -la ‘madre’ de su legislación-, ha formado parte del equipo negociador de la CEOE.

Además sería una jugada maestra. Convertiría en inútil la opción de ERC y Bildu que no pueden votar la mini reforma pues la consideran, con bastante razón, una ‘mercancía averiada’ después de haber firmado su derogación con gran aparato publicitario. Incluso fastidiaría al PNV, quien como siempre está con la mano extendida, la palma hacia arriba, a ver qué rasca del apuro. La excusa que plantea ha sido desmontada por la propia Confebask, así que toda ella es puro mercado, una asignatura en la que tiene varios doctorados por las universidades más prestigiosas del mundo. Dejaría descolocados a los habitualmente descolocados de Ciudadanos, quienes no saben ya qué hacer, para no hacer el ridículo. Y, para colmo de su felicidad, hurgaría en la herida gubernamental, abierta por Podemos que, además de haber liderado la negociación, tiene una oposición interna nada despreciable a eso de haber cambiado la prometida derogación, vendida hasta el hastío, por una mini reforma que quedaría apoyada por la patronal y ¡el PP!

«¿No es un empecinamiento excesivo votar en contra cuando hasta Aznar dice sí?»

Todas estas consideraciones se sitúan en el fangoso plano de las miserias políticas, pero lo cierto es que al país en su conjunto le conviene tener este asunto pacificado. Para despejar incertidumbres, para emitir un mensaje de serenidad al exterior y para dar razones a la UE y desaguar los miles de millones de las ayudas prometidas y necesitadas. Con su abstención el PP se haría un favor a sí mismo, al mostrar una faceta tolerante y proactiva frente a los graves problemas comunes de la actualidad y nos haría un favor a todo. Se equivoca cuando compara su reforma con la ahora propuesta. Ese no es la cuestión. Desde aquél entonces se han celebrado varias elecciones y la relación de fuerzas ha cambiado. Así que, como recuerda Antonio Garamendi con acierto, la comparación relevante se establece entre la reforma ahora pactada y la que haría un Gobierno acorralado, liderado por un temerario y gestionado, este asunto, por una destacada miembro del Partido Comunista. Vista así, la cuestión no tiene duda. Vamos, digo yo.

Por último, si en vez de lo que ‘debería’ hacer me preguntara por lo que ‘va’ a hacer. Tampoco hay dudas. Votará en contra. ¿Por qué? Le recuerdo que vive usted en España…