Del Blog de Santiago González
Hace ya algún tiempo que hice mía una paráfrasis de Spengler: “Al final, un pelotón de jueces salva la civilización”. No siempre, claro. También hay jueces podemitas y otros que se dejan abducir por un tipo como el doctor Sánchez. Ahí tienen como ejemplo de estos últimos a Marlasca, Robles y Campo que aceptan, aunque sea a regañadientes, la descabellada reforma que Psico Pedro y Psico Pablo han urdido para la ya traqueteada Ley del poder Judicial.
Entre los podemitas citaré dos: la gran Vicky Rosell, delegada del Gobierno contra la Violencia de Género, que en su vida anterior de diputada montaba pollos a los guardias del aeropuerto que pretendían ver su DNI y sacar su ordenador portátil del equipaje, no sabe usted con quien está hablando y José Castro, aquel instructor que declinó el ofrecimiento de Iglesias porque tenía un cometido más ilusionante: sentar en el banquillo a la Infanta Cristina de Borbón. Y lo hizo el 23 de diciembre de 2014, la víspera de que su hermano pronunciase su primer discurso a los españoles como Rey. Y que tuvo el desparpajo de citar un eslogan publicitario de la Agencia Tributaria (Hacienda somos todos) como si fuera uno de los principios generales del Derecho. Era un clásico acuñado por el ministro Bravo Murillo a mediados del XIX.
Si tienen sus jueces, a ver por qué no van a poder tener sus coches oficiales. O sea que no cabe extrañarse ante el hecho de que los cinco Ministerios que controla Podemos tengan asignados 19 coches: 5 el Moños, otros tantos Yolanda Díaz y tres la marquesa, al igual que Garzón y Castells. Uno, que tenía dudas sobre el papel que le correspondía a los populistas, al fin le ha encontrado un hueco conceptual: son el Parque Móvil Ministerial (PMM) del Gobierno.
¿Es justo que un Gobierno tan galán no pueda disponer de un Poder Judicial a su medida? Psico Pedro y Psico Pablo piensan que no, cosa natural y se han puesto a allanar el camino y a remover los obstáculos. Ya queda claro que este par director, como Julio Cerón, estaban hechos para encontrarse. Ambos están unidos por una psicopatía elemental y por parecidos problemas hermenéuticos. Iglesias no sabe distinguir los verbos infligir e infringir y ambos dos desconocen el significado del término bloqueo. Como los comunistas cubanos, por otra parte.
Así están empeñados en singular batalla contra el principal partido de la oposición cuya falta de aquiescencia a los planes del doctor Sánchez para elaborar unos presupuestos después de arrastrar durante tres años las últimas cuentas de Montoro. El presidente considera,-aunque no creo que sea de buena fe-, que aprobarle los presupuestos es una responsabilidad muy principal de la oposición, lo mismo que acordar la composición del CGPJ. Como le pasa a su socio con los verbos citados, él se lía con otros dos conceptos. No consigue hacer distingos entre negociar y firmar un contrato de adhesión y no repara en dos cuestiones básicas: que el acuerdo requiere cesiones por las partes y que la responsabilidad principal en la consecución del equilibrio incumbe de manera principal al mando.
En su proyecto para la reforma del Poder Judicial, el doctor ha llegado a la conclusión de que para evitar que el interlocutor bloquee un acuerdo para repartirse entre los dos el gobierno de los jueces hay un método infalible: quedárselo para uno solo. La vía es rebajar la mayoría cualificada de los jueces para garantizarse el control del CGPJ primero, y del Tribunal Constitucional después. Todo parece indicar que Psico Pedro tendrá que envainársela si quiere los dineros de Europa. Es el mal menor, pero hay un daño que ya es irreversible: el prestigio de España en la Unión se ha desplomado por culpa de estos venezolanos que nos gobiernan.