Llamada al genocidio o expresión de estupidez
El diccionario de la Real Academia Española define el término ‘genocidio’ como: “Exterminio o eliminación sistemática de un grupo humano por motivo de raza, etnia, religión, política o nacionalidad” y añade unos cuantos sinónimos que están en línea: “exterminio, etnocidio, exterminación, holocausto, pogromo, matanza y masacre”. Lo acuñó un abogado polaco, Raphael Lemkin en un libro suyo, ‘El dominio del eje en la Europa ocupada’ en 1944. El ejemplo canónico de genocidio fue el del pueblo judío durante la segunda guerra mundial, en la que fue asesinada la tercera parte de sus miembros, entre cinco y seis millones de los 16,5 que sumaban antes de la guerra.
Hoy se cumple un año de uno de los sucesos más escalofriantes registrados en el conflicto de Oriente Medio: unos 50 terroristas de Hamas armado entraron en territorio israelí, en Reim, donde se celebraba un festival de música: asesinaron a unos 1300 jóvenes y secuestraron a 251 rehenes, según datos del Gobierno israelí. Bien, pues la víspera de este ominoso aniversario nuestra izquierda se ha manifestado en al menos 30 ciudades españolas ¿contra la barbarie terrorista? No, contra lo que ellos llaman el genocidio de Israel contra el pueblo palestino. La izquierda no es muy de rezos y quizá por eso tiende a comenzar el Credo por Poncio Pilatos, hablar de la reacción y no de la agresión. “El mundo a la espera de las represalias de Bush” titulaba El País aquel 12 de septiembre, con los restos de las Torres Gemelas todavía humeantes. La más numerosa se celebró el sábado en Madrid, donde ayer convocó otra manifestación el Movimiento Masar Badil, organización terrorista vinculada al FPLP.
No parece que se pueda hablar de genocidio sobre el pueblo palestino: no tiene Israel pretensión de exterminar a los palestinos, como sí la tienen Hamas, Hezbola y la república islamista de Irán. Recuerden el lema de Hamas que se gritaba en la manifestación del sábado en Madrid: “Desde el río hasta el mar palestina vencerá”, un pronóstico de aniquilación de los judíos que suscriben la ministra Sira Rego y la vicepresidenta Yolanda Díaz, aunque seguramente acertaba Arcadi Espada al decir que tal vez en ella se trate solo de su “abisal ignorancia”.
El sábado también hubo críticas a Biden, lo cual viene a poner las cosas en su sitio. La izquierda necesita tener a EEUU en la ecuación del mal. Si no está, le luce menos. Recuerden la matanza de tutsis en Ruanda, esto sí, un genocidio. En 94 días entre abril y julio de 1994 fueron asesinados entre 800.000 y 900.000 tutsis a machetazos, pero no hubo gran escándalo entre nuestros piadoso izquierdistas porque no estaba el enemigo mayor. Lo explicaba Paul Rusesabagina en las memorias que tituló ‘Hotel Ruanda’: “un día pasaron los belgas y nos midieron el ancho de la nariz. Así empezó todo”. Nuestras izquierdas habían puesto a Bélgica como ejemplo de país que pide perdón por la conquista del Congo, no como España en México. El rey Leopoldo II, este sí, otro genocida, se proclamó propietario del Congo y tenía esclavizados a sus habitantes.
Pero volvamos al concepto de genocidio. Los palestinos eran en 1972, el año anterior a la guerra del Yom Kippur, 1.180.050. En los 50 años siguientes se convirtieron en 5.455.000. Si esto es un plan de exterminio, habrá que ver lo que pasaría si se adoptara un plan de natalidad.