Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo

Ala hora de debatir acerca de las relaciones entre la Hacienda y los contribuyentes, ya sean estos personas físicas o jurídicas, podemos hacernos una pregunta previa: ¿De qué se trata, de apretarles en los tipos o de ensanchar la recaudación? Hay a quien le gusta mucho la primera idea, tenga las consecuencias que tenga para la actividad económica. La búsqueda atropellada de la igualdad o la pura envidia hacen que siempre vean con buenos ojos cualquier castigo fiscal que se imponga a los ricos. Recuerde que aquí son ricos todos aquellos que ganan a partir de un euro más que mis ingresos. Otros pensamos que lo mejor es que exista mucha actividad generadora de empleo y riqueza, es decir generadora de recaudación, necesaria para sufragar los gastos públicos de los que después nos beneficiamos todos. La patronal vasca Confebask anima a la Administración tributaria vasca a que transite por esta segunda senda. No se trataría de bajar los impuestos por el hecho de bajarlos, se trata de que la política fiscal se ponga a trabajar a favor de una mayor actividad. Invertir en fiscalidad, esa es la idea, novedosa y acertada.

En el País Vasco disponemos de un instrumento muy eficiente para conseguir este objetivo que otros no tienen, nosotros usamos muy poco y algunos desean mucho. Me refiero, claro está, al Concierto Económico. Aunque los cálculos son complejos y no hay una cifra de presión fiscal única (incluso es objeto de debate el porcentaje de la recaudación sobre el PIB, sujeto también a debate), sino que hay muchos supuestos diferentes y muchas figuras impositivas que trabajan en función de los distintos tramos cuantitativos, los cálculos de Confebask demuestran que nuestro sistema penaliza a los tramos altos del IRPF, que son aquellos que más inciden sobre la necesaria y deseada captación de directivos, mientras se reduce mucho la ventaja que antes teníamos en el Impuesto de Sociedades. Se podría decir, sin ningún ánimo ni necesidad de exagerar, que no hemos usado el Concierto a nuestro favor y que hemos seguido con un mimetismo sorprendente e inexplicado las iniciativas de la Hacienda central.

Si le quedan ganas de bronca puede iniciarla con este otro dilema: ¿debemos aprovechar el Concierto para reducir la carga impositiva que recae sobre los vascos, con independencia de que tal comportamiento pueda generar desigualdades a nuestro favor, aquello que cuando hablamos de lo que hace Madrid denominamos ‘dumping’ fiscal? Otro: ¿con quiénes, de qué manera, en qué tamaño y por cuánto tiempo debemos/queremos ser solidarios? El debate lo han puesto de actualidad los partidos independentistas… y podríamos unirnos a él.